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YOU CAN DO IT! Isabel Labarta y Concha Escolio

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LA RINCONADA DEL QUESO

Concha e Isabel posan en la entrada de su tienda, que han remodelado recientemente, ampliando su oferta. FOTO: Gabi Orte Chilindrón.

Todo lo que cabe en un rincón

 

 

La amistad les une. Y, también, una tienda que es mucho más que una tienda: La rinconada del queso –Méndez Núñez, 5. Zaragoza. 976 962 874–. Ellas dicen que se complementan y que el negocio no sería lo mismo sin una de las dos. Son Isabel Labarta y Concha Escolio. Isabel se define como una bomba explosiva y define a Concha como la parte racional. Para Concha, Isabel es todo emoción, pura curiosidad y ella, sí, se identifica como más pausada.

Y ambas crearon esta tienda que es mucho más que una dispensario, pues cierra el ciclo del trabajo de muchos artesanos, la mayoría, artesanas. Porque lo que querían era ofrecer productos de cercanía y artesanos, bien hechos, desde el conocimiento de esta profesión. Dos mujeres al frente de una empresa que da visibilidad al trabajo de muchas otras mujeres, que trabajan como cualquier hombre, porque a los animales se les cuida 365 días al año; que si no tienen ganado, hacen kilómetros para cargar la leche con sus brazos; elaboran los quesos, distribuyen; y te traen cajas de 50 kilos como si nada. De ellas destacan que son meticulosas, el cuidado que ponen en todo el proceso. Y que emprender en el medio rural, les ha permitido volver al territorio e, incluso, dar trabajo a otras mujeres.

Isabel trabajaba en otro negocio similar y Concha la visitaba, probaba quesos y se acercaba a la gastronomía. Así que trabajar juntas fue, casi, natural. Natural para ellas es también buscar nuevos productos, para siempre sorprender a los que nos visitan todas la semanas buscando nuevos sabores. Aseguran que todos los quesos de nuestra tierra tienen una oportunidad en su negocio. Los quesos de Aragón suponen un 20% de las hasta 150 referencias que pueden llegar a tener. Pero les gusta viajar y les gusta probar y traer nuevos productos a su rinconada. Teníamos un quesero en Francia que se jubiló y nos ha costado mucho localizar a otro de un perfil similar, apunta Concha.

Reconocen que el mundo del queso es complicado, no es un collar o un bolso; hay mucha formación detrás, el público agradece que le asesores y sepas de qué hablas. Y así llevan trece años con la puerta abierta, en un negocio que creen que ofrece originalidad, ilusión y conocimiento. Cuando entras, ya sabes que no es una tienda típica de alimentación, aquí hay productos diferentes y diferenciados afirma Isabel, la cara veterana de la tienda.

La pandemia dificulta ahora realizar catas como antes, tener muestras, participar en celebraciones. ¿El último queso en llegar? Uno de Biota. ¿Una rareza? Uno que se hace con leche austriaca, pero madurado en Alemania y con hasta ocho flores comestibles en la corteza. O un mimollete francés con año y medio de curación y una corteza que ellas explican como nadie. A ellos se suman productos elaborados con queso, como patés o cremas, o que maridan, como cuarenta referencias de vino o tomates secos y sales del Mar de Caspe o la repostería de la Casa de la Abuela.

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