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Campañas

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El domingo sabremos en qué queda la campaña. Probablemente la primera en la que la agroalimentación ha tenido una presencia importante, o así al menos ha transcendido a los medios nacionales.

Si el origen fue la ganadería, a partir del cuestionamiento de unas macrogranjas –que nadie ha sabido definir qué son–, las estupideces han llegado hasta el cultivo de la remolacha, al parecer en peligro –sostuvo Casado– por culpa de las campañas del ministerio de Garzón recomendado disminuir el consumo de azúcar.

Puestos a sugerir temas, más allá de los ya mitineados, podríamos recordar que la mayoría de las legumbres proceden del exterior, ya que son más baratas; que la carne de conejo –sí, también de granjas– va camino de la desaparición; o el siempre cuestionado precio de la leche. Por no hablar de la calidad de la comida de los comedores públicos, escolares y de hospitales, asunto este sí de competencia autonómica. Como la efectiva difusión de los productos propios y diferenciados, primero en casa y luego en el exterior.

Lo cierto es que nuestro modelo alimentario en el apartado productivo está muy determinado por la Unión Europea, una complicada combinación entre libre mercado y poderosas restricciones. Uno no planta una viña donde bien el parece, si no tiene derechos, por ejemplo.

Si quieren hacer Política con mayúscula, autonómica en este caso, miren hacia el norte, donde hay países, por ejemplo, cuyas administraciones solamente comprar productos ecológicos; españoles muchos de ellos, por cierto. Propicien el consumo de proximidad, más allá de campañas publicitarias de impacto poco contrastado; en Zaragoza, el mercado agroecológico es un buen modelo. Legislen, sí, sobre las explotaciones más o menos industriales, pero no abandonen a su suerte a la agricultura y ganadería familiar. Auspicien de forma eficaz el consumo cercano en la hostelería, de forma que, por ejemplo, el viajero sepa dónde está por lo que le sirvan en la mesa.

La duda reside en qué quedará todo lo que se puede hacer, una vez constituido el correspondiente gobierno.

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