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Macallan también para comer

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Curioso menú maridado en la oscense taberna Fhosco

Se pudo degustar la mayor parte de la gama de Macallan. Foto: V. Cano.

 

A través de la distribuidora oscense Cabrero e hijos, la Taberna El Phosco –Pedro IV, 17. Huesca. 974 238 609– acogió una inusual comida maridada con diversos whiskys Macallan, solos o en forma de combinado. Si bien aquí, donde disfrutamos de la cultura del vino, comer acompañado con este destilado es una práctica bastante inusual, sí es habitual en otros lugares, como Estados Unidos o algunos países asiáticos.

La degustación, en la que participaron diversos profesionales oscenses, contó con la presencia del embajador de la marca, Carlos Jover, que preparó los combinados y explicó las especiales características de este centenario whisky de malta escocés, que se elabora en Easter Elchies House, en el corazón de una finca de 196 hectáreas, en las Tierras Altas de Escocia.

Para abrir boca, un Horseps Neck –Cuello de caballo–, popularizado durante la ley seca estadounidense, con el coñac como base. Aquí vino con Macallan 12 años, ginger ale, angostura y una corteza de limón. Refrescante e idóneo para quienes aún no conocen el destilado escocés, combinó a la perfección tanto con el boquerón y anchoa inicial, como con las zamburiñas y gambas que le siguieron.

Más potente resultó el segundo, una versión del penicillin, creado en 2005 en Nueva York por Sam Ross. Con Macallan 15 años, miel, licor de jengibre, zumo de limón, clara de huevo, además de una fina capa de whisky ahumado. Con más sabor, realzó un revuelto de setas variadas con yema de huevo.

Para el plato fuerte, un cochinillo asado perfecto de punto –que justifica volver a esta taberna– para el que el whisky llegó ya sin disimulo, un Macallan 18 años, que también acompañó en armonía a una tarta de chocolate.

Carlos Jover ilustró sobre la cultura del whisky. Foto: V. Cano.

La importancia de la madera

Probablemente, la maduración en barricas sea el factor más singular de Macallan. Elaboradas con roble americano y también gallego, según las indicaciones de los expertos de la casa, la mayoría de ellas han contenido vino de Jerez durante unos dos años, tras los que llegan a Escocia para albergar el líquido recién destilado desde la cebada malteada.

Este alcohol, generado en alambiques de cobre de reducidas dimensiones, transparente e incoloro, con algo menos de 70º, irá tomando color y sabor en las barricas, donde permanecerá al menos doce años. Pues de la gama actual, esta es la edad del whisky más joven de la casa, que también comercializa otros de 15 y 18 años, con más color y potencia de sabor según la edad.

Tiempo, sabiduría y paciencia para crear unas bebidas únicas, que también pueden degustarse en forma de cóctel y como compañía de una buena comida.

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