
familia Esteban Lafuente. Foto: A. Llamazares.
Este 23 de abril, un día especial para Aragón, también lo fue para la familia Esteban Lafuente, sobre todo para José Antonio y Carlos, defensores del cultivo tradicional del azafrán que se estaba perdiendo en la Comarca del Jiloca.
Nuestra asociación Slow Food de Zaragoza y Teruel quisimos rendir un homenaje sorpresa a estos emprendedores y defensores de la biodiversidad al recuperar esta especia tan valorada gastronómicamente en todo el mundo y agradecerles su esfuerzo, su pasión y su tiempo. Pensamos que una afectuosa manera de hacerlo, era reunirnos en su pueblo, situado en la paramera de Blancas, dentro del triángulo del frío –Teruel-Calamocha-Molina de Aragón– que tan bien le sienta al azafrán, porque esas variaciones de temperatura le proporcionan mayor poder colorante y saborizante.
Dentro de la Ermita de Nuestra Señora de la Carrasca, esperamos en silencio su llegada: amigos, compañeros, vecinos y socios de Slow Food para acompañarlos en un recorrido de toda su trayectoria vital y profesional. José Antonio nunca perdió vinculación con su pueblo, era consciente de la importancia que el cultivo del azafrán tenía en su Comarca, en su pueblo Blancas y en su familia.
En los años 90, el tiempo transcurría y el azafrán languidecía diseminado en esos terrones de tierra desnuda a mil metros de altitud. Poco a poco, iba desapareciendo de la Comarca del Jiloca. Se estaban quedando sin esos campos adornados de las delicadas flores tricolores y con ellas desaparecían también costumbres, como su recolección a la salida del sol y los encuentros familiares alrededor de la mesa, utilizando las manos para esbriznar y conseguir los tres pistilos, que una vez tostados, se convertirían en oro rojo, para conseguir ese toque mágico tanto para platos dulces como salados.
José Antonio y Carlos, decidieron apostar por el cultivo del azafrán tradicional, en riesgo de desaparición, y como buenos emprendedores y conocedores de su territorio, se embarcaron en este proyecto de recuperación con Slow Food, que fue protegido en el Arca del Gusto, para luego pasar a ser considerado un baluarte que enriquece la biodiversidad natural.
Hoy en día, no solo disfrutamos del azafrán como tal, sino que, gracias a la vena innovadora de los Esteban, podemos tomar el azafrán en quesos, chocolate, chorizo, té de roca, perlas de aceite de oliva, y agua de mar con azafrán ecológico, producto por el que han obtenido el Premio del BBVA y el Celler de Can Roca a uno de los Mejores Productores Sostenibles 2024 de España. Con este producto, bueno, limpio y justo, como propone nuestra asociación Slow Food, Joan Roca ha incorporado a su menú una fabada vegana con embutido de calabaza.
Algunos de los productos que comercializa La Carrasca. Foto: A. Llamazares.
Fuera de la ermita tuvo lugar un aperitivo preparado por el restaurante ecológico La Ojinegra de Alloza, a partir de productos con este azafrán y de cercanía. Acompañados del vino Laderas del Jiloca. A continuación, visitamos la sabina milenaria de Blancas, declarada árbol singular de Aragón. Por último, degustamos un arroz caldoso con azafrán en el bar La Plaza.
Tenemos que agradecer al Ayuntamiento de Blancas, a La Ojinegra y a todos los asistentes a este encuentro para aplaudir a los protagonistas José Antonio y Carlos, porque el azafrán tiene futuro mientras existan personas tan valiosas como ellos.