«El vino depende de con quién lo tomas»
Hace seis meses que se ha jubilado, así que dice que no echa de menos la hostelería. Aún no la echa de menos, puntualiza. Y es que Fernando Rodríguez nació tres años después que el bar que su padre abrió en 1958 y del que cogió el relevo en 1985. Durante tres décadas gestionó Tehife, en la plaza José Sinués, tras el Teatro Principal. Como él mismo dice, «por la ley Boyer» tuvo que mudarse a la Magdalena. A él se le debe el boom de las foodtrucks en Aragón, «un mercado ya saturado» dice, con el que ha disfrutado de la gastronomía, de conciertos y ha viajado por los pueblos. Ahora viaja a destinos mucho más lejanos.
¿Cuál es su primer recuerdo relacionado con el vino?
Mi padre abrió el Tehife en 1958 y yo nací en el 61. Así que, desde que tengo uso de razón, estaba en el bar. Diría que, quizá, mi primer recuerdo relacionado con el vino tiene que ver con esas garrafas de diez litros de vino de Longares que pasábamos a botellas para luego venderlas. O incluso antes, el vino con gaseosa que se bebía en casa.
¿Y su primer recuerdo profesional o contacto con el vino?
En el bar de mi padre, claro, echando una mano cuando había que ayudar. En realidad, en el Tehife el tema del vino fue una evolución. Al principio, el mundo del vino no tenía nada que ver con ahora. A las garrafas siguió el vino embotellado. Recuerdo que las primeras botellas que llegaron eran de Capitán Centellas y Toro de fuego.
¿Qué quería ser de mayor?
Estudié Veterinaria, pero nunca llegué a ejercer. Cuando acabé, mi padre necesitaba ayuda en el bar; empiezas a ayudar y ya es difícil salir del bar.
¿Cómo le explicaría qué es la felicidad a un niño de siete años?
Una felicidad muy diferente a la de ahora. Para nosotros, o para mi, la felicidad era estar en la calle, correr, jugar al fútbol…
¿Qué parte de responsabilidad tiene el vino en su felicidad actual?
El vino es imprescindible en ocasiones especiales. No soy bebedor diario, pero el vino está en esos momentos. He tenido mucha suerte porque he aprendido mucho de mis clientes. Con Bartali, empecé a probar vinos, a hacer catas a ciegas a las que los sumilleres no querían venir porque, claro, todo cambia cuando envuelves en papel de plata una botella de vino. Probé muchos vinos y aprendí mucho. E hicimos muchas visitas a bodegas. Bartali era muy divertido y sabía mucho.
Hablar de las emociones del vino ¿es solo imagen?
Algo de verdad hay, aunque se ha sacado un poco de quicio lo de las emociones del vino. Para mi, el vino depende de con quien lo tomas, la gente con la que lo compartes. Por supuesto, un vino es bueno en si, pero yo no bebo solo, para mi es algo social. Y claro, si bebes con artistas, músicos, pintores, las emociones son diferentes que con otra gente.
Dicen que todos los españoles llevan dentro un presidente del gobierno y un seleccionador de fútbol. ¿También llevamos ahora un (falso) sumiller, alguien que cree saber de vino?
Mucho, muchísimo, ja, ja, ja. Hace poco estuve en la entrega de las Menciones Especiales de Garnacha y había conversaciones que eran para grabarlas, ja ja ja. No hablamos de winelovers, sino de otro tipo de personajes, de esos falsos expertos.
¿Se sigue disfrutando del vino cuando se trabaja con él?
Sin duda, aunque las largas jornadas de autónomos en la hostelería no dan muchas veces para gozar. Pero siempre hay un rato para disfrutar del vino y de la cerveza, que soy amante de los dos, aunque reconozco que el vino es más selecto.
¿Qué le quita el sueño? ¿Qué tal duerme?
Me ha quitado el sueño, muchas veces, el trabajo. Ser autónomo con una puerta abierta es muy complicado. Creo que mi padre, en toda su carrera, solo hizo la declaración objetiva singular. A nosotros nos lo complicaron todo.
¿A quién invitaría a un vino? Personaje histórico, público o alguien de su entorno.
A Joan Manuel Serrat, que también es amante del vino. Creo que seria una buena compañía, con una interesante conversación.
¿Y quién cree que no se merece ni olerlo?
Creo que no castigaría a nadie sin beber vino. Les obligaría beber vino malo.
¿A quién le debe un vino? (Cita pendiente)
Tengo muchos pendientes con amigos. Mira, hace poco tuvimos una comida de amigos del colegio, de La Salle Montemolín, de los que entonces hicimos EGB. Pero eché de menos a algunos compañeros de clase, así que ojalá tomarme unos vinos con ellos.
¿Qué ha hecho últimamente para hacer feliz a alguien?
Invitar a una cena a unos amigos, a un ronqueo, combinado con un buen vino, por supuesto.
¿Cómo se ve en diez años?
Muy mayor, aunque prácticamente igual. Creo que he sido mayor pronto, así que ahora no se me nota. La verdad es que no me veo en un viaje del Inserso.
Tiene que escribir un mensaje de una conversación inacabada. No hace falta que me diga a quien, pero sí que escribiría.
Te digo también a quién: Bartali, los vinos que te has perdido.