–Hola compi ! Bueno, creo que ya va siendo hora de que admitas de que soy el rey del prado, no crees?
–Si hombre, el rey, como el de la canción de José Alfredo Jiménez, no te fastidia…
–Quita, quita, que yo soy el jefazo. Tú no eres nada más que un cordero vulgaris.
–Ya. Mira el señorito, que se cree que por tener un certificado y una IGP, es solomillo de ternera. Ya te vale.
–Calla. Eres un corderazo más grande que un rebaño y no vales más que para recetas de la abuela, a mí se me disputan en los banquetes, chavalote.
–Anda mira, como si la cocina de la abuela no tuviese mérito. A tí lo que te pasa es que eres más caro que ceviche de sirena y se te ha subido al seso, ternasco.
–Caro no. Cada uno cuesta lo que vale.
–Sí, sí. Pues sigue subiendo de precio que ya verás cómo te adelanto por la derecha. A la inglesa. Yo soy un corderico más versátil.
–¿Versátil?, hala va. A ver si ahora eso va a ser una ventaja. Mira, versátil, yo soy una obra de arte aragonesa. Como La Maja desnuda, pero ovejil.
–Si, maja estás desnuda. Vaya lana tienes.
–Yo no huelo por lo menos.
–¡Ehhh, no te pases un pelo, Norit! Qué más de una vez me han puesto a mí y han dicho que eras tú, y aquí no se ha dado cuenta ni el tato.
–Sí se dan cuenta, sí. Como para no darse. Que tienes unas costillas que parecen chuletones de sidrería vasca.
–Mira, señor pedigrí, que antes de que llegaras, ya había calderetas, parrilladas y chilindrones, no me toques. Pues eso.
–¡Bueno, pero queréis estad calladas y quietas de una vez o qué!
–Beeeee.
–Beeeeeee.
–¿Qué pasa cariño?
–Nada, las cabras. Que ya están otra vez imaginándose que son corderos. A saber de qué estarán hablando en su idioma.
–Bueno, ya nos ha cortao el rollo este tío otra vez.
–Seguro que si pudiera se cambiaría de pastor a director de banco o empresario potente.
–Fijo. Al final, todo el mundo quiere ser algo más, ¿no crees ?
–Beeeee
–Ve tú.
–Hala tira. Jajajajaja