Va uno y le pregunta al otro, «¡Cooó! ¿Dónde se come un buen huevo gamba?» a lo que el otro le responde «yo que sé ¡cooó!, pregúntale a los de baresquélugares que se han puesto hasta las trancas y se les debe estar poniendo una cara huevo de cuidado». Y de esta manera tan romántica, casi acabamos en urgencias por sobredosis de huevos, gambas y rebozados, pero como se dice por ahí, alguien tenía que hacerlo. Nuestros hígados se merecen una medalla, lanzamos la idea al viento a ver si alguien la recoge.

Esta conversación tan teatralizada, la hemos oído unas cuantas veces y no han sido pocos los que, al enterarse de que estábamos documentándonos para este artículo, nos pedían que les chivásemos dónde podían ir a comer huevo gamba, ya que resulta que es una tapa que apetece, pero desgraciadamente cuesta encontrarla, al no ser de bares moderners, de esos que hay más barbudos que parroquianos de palillo al lateral de la boca.
El huevo gamba es más bien tapa de bares viejunos −salvo honrosas excepciones−, castizos, tradicionales, o como quieras denominarlos. Aunque lo que sí que está claro es que es la reina del mostrador; tiene presencia, es elegante, tiene fuerza, tiene gancho. Cuando entras a un local que los prepara, sólo fijas los ojitos en ella y es que es normal, pues a la postre lleva viviendo entre nosotros, más de cincuenta castañas y eso la hace especial & fantastic.
qué es el huevo gamba

Debatimos sobre qué era un huevo gamba y qué no… y de allí, casi salió un tratado. Por un lado, encontramos la gamba y sobre este elemento, debemos decir que somos muy fans de los langostinos tamaño medio –los XXL tamaño boa constrictor nos resultan algo jascorros–, estos nos gustan bastante más que las gambas langostineras tamaño trompa de elefante que se ven por ahí, morrico fino que gastamos.

Con los huevos hay que tener en cuenta si van sin rellenar, lo que viene siendo medio huevo cortado por la mitad, o si va relleno con el típico tópico atún/tomate, modo empanadillas. En este punto, nos encontramos con la primera discrepancia: doña Patricia, que es un poco tía vinagres, los prefiere rellenos con un buen escabeche, mientras que don Antonio apunta que, pese a que están todos ricos y jugosones, él se queda con los que no llevan tomate y sin relleno, ya que es allí donde el rebozado demuestra lo que lleva dentro.

Y con esto llegamos al rebozado, la clásica Orly, generalmente harina con cerveza, gaseosa o levadura, y lo que no te quieren contar por ser el secreto de la casa. Las encontramos gomosas, crujientes, aromáticas, ladrillos o tempuras, amarillas canario –esa Yolanda traidora…– o no, pero todas cumplen la función de envolver el producto, de ahí su importancia. Si ustedes gastan amigo hostelero que las prepare bien, ámenlo con pasión y cómprenle huevo gamba como para una boda, o dos.
Antes de entrar en faena queremos daros las gracias, por los lugares que nos vais chivando cuando pedimos ayuda por el caralibro ambos dos. Seguid así, ya que «bienaventurados serán los que comparten bares, porque la cerveza le sabrá mejor».

el pozal huevo gamba GOC

Huevo gamba de El Pozal. FOTO: Gabi Orte / Chilindrón

Fueron tantos los locales que nos hicisteis llegar, que tuvimos que repartirnos parte de la lista, para poder probarlos todos y, tras descartar los clásicos que todo el mundo conoce y con los que no os íbamos a descubrir nada nuevo –el Pozal, Artigas, Casa Agustín, Los Espumosos o El Picadillo, entre otros, templos del tapeo clásico–, dimos por terminados los deberes y este equipo de investigación, saltó a los ruedos con torería y valor; dispuestos a realizar una buena faena y lo que descubrimos es que el huevo gamba, «no estaba muerto, qu’estaba de parranda». Dicho de otra manera, sólo se podía encontrar en esos bares que, erróneamente, no incluimos de forma habitual en nuestras rutas vermuteras/merendoleras. Mal, muy mal, muy mal. Tres semanas, tres, de alimentarnos a base de huevo gamba, en grupo, en soledad, en pareja… hasta que cada uno tuvo su listado completado y nos volvimos a reunir cañitas mediante –buscamos patrocinadores simpáticos y rumberos para nuestras cañitas– para poner en común nuestros hallazgos individuales y comentar los comunes.

La ruta
Empezamos a repasar la lista y fueron apareciendo esos templos del huevo gamba que nos llevaron de peregrinación por la ciudad.

Antonio rompió el hielo con un local, fuera de las rutas céntricas habituales, aunque harto conocido ¿A que conocéis el Jena Montecanal –Avda. Ilustración 14. 976 458 369? Este establecimiento se lo chivó Diego Franco con toda la razón del mundo, ya que es un complejo hostelero sin complejos, valga la redundancia, en Montecanal. La oferta es muy grande y sus huevos gamba, se hacen al momento porque vuelan. Los huevos son amarillicos, sin rellenar y con una gamba de calibre medio, resultando ligeros, sabrosos y a la vista, dan ganas de hacerse un selfie a lo ego-blogger con ellos.

Y ahí que metió baza Patricia, que si se calla, se muere. Propuso incluir en el listado el 269 –Avda. Madrid, 269 976 333 147–. En este local, en pleno barrio de las Delicias, también se preparan al momento, ya que su especialidad son los fritos y los despachan a velocidad de vértigo desde su barra, llena de carteles de tapas y raciones, marcados en pesetas, muestras de tiempos en los que fijaron sus precios y no los han vuelto a mover –atención a ese huevo gamba por 0,70 euros–. Medio huevo sin rellenar, gambita fina y pequeña y buen rebozado. Nada más que añadir, señoría.

Huevo gamba Canfranc GOC

Huevo gamba DEL Canfranc. FOTO: Gabi Orte / Chilindrón

Vamos bien, que ya llevamos dos. Antonio, decidió añadir la Cafetería Canfranc –Canfranc, 3. 976 229 964– ya que Conrado y Javier tuvieron la grandeza de prepararle los huevos en el momento –eran las ocho de la tarde– pues estaban seguros –los muy huevones– de que lo que vendían era lo más. Y no, no defraudaron «ná de ná». Crujientes, rellenos y con una buena gamba. Y ya que estaban fardones, aún se atrevió Conrado, a presentar una versión, no disponible en el local, de un huevo sin relleno junto a la gamba integrada en el rebozado. Poco que añadir, simplemente genial, y sin duda, deberían valorar tal variante. Ahí lo dejamos.

Y si nos ponemos a nombrar locales de estos con sabor de antes de ayer, no podemos olvidarnos del Cabuchico –Monasterio Roncesvalles, 68. 976 591 794–. Patricia los conoció al ser participantes, y dos veces ganadores, de La Liga de la Tortilla, pero no sabía de las bondades de sus frituras hasta que Nati Lacal, le dio el chivatazo. Buen huevazo, sin rellenar y una gamba langostinera más que decente, todo ello, rebozado en una masa blanca y pura, cual traje de novia. Nada de Yolandas varias, que le dotan de un color amarillo canario poco atractivo.

Hablando de clásicos le salió solo a Antonio, El Gallizo –San Lorenzo, 44. 876 165 634–en pleno barrio de la Madalena, donde nadie pone la g. Este establecimiento de toooooda la vida, con sus tropecientos años y direcciones varias, ahora llegas y te encuentras una barra de unos doce kilómetros, repleta de gran variedad de fritos, muy bien ordenadicos y por supuesto el huevo gamba, que lo presentan abrigadico con buena masa, su huevo, relleno de atún asilvestrado y una gamba acorde al muñeco. ¡Tres puntos!

Patricia, que como ya hemos dicho, es gran fan del relleno atunero, no pudo dejar pasar por alto, otro templo del buen comer en el populoso barrio de las Delicias, la Taberna Gasca –Barcelona, 7. 976 320 464–. Los huevos gamba de este local, vienen cargados con toda la lujuria y avaricia del mundo, de un relleno de atún en escabeche, pimiento rojo y la propia yema del propio huevo. Imposible que te quepa todo eso en la boca…

Tras este punto… silencio. Siguen saliendo locales de estos en los que nuestros padres pudieron festejar perfectamente y a la boca de Antonio, llega otro local, El Naranjo –Gascón de Gotor, 19. 976 381 517–. Comenta que cuando tropiezas con un bar de estas características, lo primero que piensas es «¿Dónde he estado yo los últimos cincuenta años?». Y es que este es uno de esos locales que envejecen bien, muy bien, y fardan de recuerdos colgados en la pared con recortes de periódico, destacando aquel que refleja la efeméride del medio siglo bajo el título «El secreto de una masa que no pasa de moda» hablando entre otros fritos, del huevo gamba. Del que hay que destacar que sigue la tradición del huevo sin rellenar, con una masa crunch que cubre y casi fusiona ambos elementos y un sabor de saber hacer. ¡Acérquense! Un aplauso a David Santafló por el chivatazo.

¡Bombillazo! Patricia dice que no podemos dejarnos por comentar, por su recién re-apertura, al sempiterno Marly Gran Vía, 50. 976 212 958–. Tienen un huevo gamba curioso, muy recomendable para todos aquellos que quieren disfrutar de este producto pero piensan que su higadillo no va a poder con semejante pieza de fritura. Huevo de codorniz y gambica a la medida, con un rebozado crujiente y recién hecho.

Huevos gamba de La Vermutería. FOTO: Gabi Orte / Chilindrón

Huevos gamba de La Vermutería. FOTO: Gabi Orte / Chilindrón

Y hablando de aperturas y re-aperturas, el Borrajas nombró La Vermutería –Mártires, 2. 633 963 975–, en el Tubo zaragozano. Este es un local de nuevo cuño, pero nuevo, nuevo, donde uno de sus atractivos es.. ¡tachín-tachán!… el huevo gamba. Pero aquí acaban las novedades, ya que el susodicho, viene con la esencia de las abuelas, cuando ellas nos rellenaban los fritos con las yemas, el atún y unas olivas verdes troceadas. Casi lloramos en nuestra visita conjunta y Tomás, el propietario del establecimiento, que ya sabía lo que se traía entre manos, aún se estiró y a las ocho y pico de la tarde, aun nos preparó un par de huevos gamba recién hechos para que los probásemos… gloria bendita, oiga.

Y para terminar, repasando los locales de nuestras visitas conjuntas, no podíamos dejar de nombrar otro clásico del vermuteo, La Romareda –Bretón, 3. 976 554 492–. que desde hace unos mesecillos está regentado por nuevos propietarios que han respetado todo del local, desde sus carteles, noticias, bufandas y todo tipo de recuerdos del Real Zaragoza, hasta su barra atestada de tapas clásicas. Patricia los localizó por Instagram y allí que nos fuimos. Un huevo gamba delicao, de rebozado esponjoso y muy bien ejecutado, sin contar con que Begoña, propietaria, camarera y community manager del local, es un amorcico.

Y así, tontín tonteando, que llegamos a los diez establecimientos que nos habíamos planteado traeros. Haberlos, había más pero que nadie ponga el grito en el cielo, seguro que volvemos a visitarlos para documentarnos para próximos artículos y nos conquistan con alguna de sus especialidades.
Vamos, si los señores de La gastro deciden que estos zampabollos siguen siendo elementos de su confianza…