VIN La Alacena GOC

Ahora, más que nunca, hay que acudir a las tiendas especializadas para comprar vino aragonés, como Alacena de Aragón. FOTO: Gabi Orte / Chilindrón.

 

La hostelería sigue recibiendo una serie de varapalos tan sumamente severos que su futuro inmediato pinta muy oscuro. Mientras ultimo este texto para hacérselo llegar al señor Urtasun se ha confirmado el retroceso a la fase tres en Aragón con las limitaciones que ello conlleva para el sector.

Muchos establecimientos no podrán soportar una segunda puntilla y, lamentablemente, veremos cómo se aferran a una última esperanza –en forma de ayudas y decisiones– que, si no llega de manera inmediata, hundirán el tejido de bares y restaurantes aquí en Aragón y en todo el país. Menudo panorama…

El vino, naturalmente, está muy pendiente de esta situación porque si el canal HORECA no funciona, las bodegas –que ya tiemblan– tendrán que ingeniárselas para sacar sus producciones. Encima con la cosecha 2020 vinificándose a estas horas y con la inminente salida de los elaborados más jóvenes.
Mermarán los consumos, por supuesto, y volveremos a los hábitos del primer confinamiento.

Arrasaremos con las existencias que puedan quedar en el trastero y tendremos que hacer acopio de más botellas que ayuden a digerir este mal trago. Contaremos, de nuevo, con dos opciones: ir a las tiendas o comprar por Internet. Imagino que todo dependerá de la severidad de la situación. Si podemos salir a la calle nos importará bien poco pasarnos por el comercio que nos dé la gana y si nos meten otra vez en casa habrá que echar mano del online.

¿Cuánto vino bebisteis durante el anterior confinamiento? Todo el mundo con el que he hablado se mueve entre mucho y una barbaridad. A mí me consta que tiendas, como por ejemplo La Alacena de Aragón, El Pilar o Bodegas Lozano, han tenido mucho trajín tanto en las estanterías, como en los repartos en lo que va de año. Algo es algo.

Con un simple descorche estamos apoyando al sector vitivinícola y a muchos otros. Porque no me refiero a grandes cadenas, ni a plataformas mastodónticas, que funcionan igualmente como un tiro, faltaría más. Me refiero a comprar aquí, a mover existencias generadas en nuestra propia tierra porque el efecto se expande entre productores, distribuidores y detallistas, y es necesaria esa propagación de bienes.

Volvemos a tomar vino en casa, retomamos el hábito de consumo diario –algunos no lo hemos perdido– y nos convertimos en una de las pocas esperanzas que tiene el sector. Ya, para que ese apoyo sea completo, démosle fuerte al take away de nuestros restaurantes porque es lo único que les queda mientras esta situación, que nos tiñe de pena e impotencia, siga entre nosotros.

Ánimo a la hostelería, a las bodegas y a todas aquellas figuras que luchan, en tiempos duros, para sacar a flote algo más que necesario en nuestra economía y en nuestras vidas.