VIN Coop Santo Tomas Daroca GOC

Viñedos en altura de la Cooperativa Santo Tomás de Daroca, ubicada en pleno valle del Jiloca, que ya puede integrarse en la Denominación de Origen Calatayud. FOTO: Gabi Orte Chilindrón.

 

 

El olvido es uno de los mayores miedos porque, como alguien dijo una ocasión, «hay olvidos que queman y memorias que engrandecen». El campo aragonés ha visto en más de una ocasión cómo se iban abandonando viñedos y cómo, de manera irreversible, se arrimaban con dejadez a un abandono absoluto.

El cambio generacional que no quiere hacerse cargo de las viñas de casa, la paulatina despoblación del medio rural, errores en la comercialización del producto o simplemente la falta de tecnificación, hicieron que se perdiesen parcelas. Si nadie quiere trabajarlas, ¿qué hacemos?. Pues algo muy habitual en la primera década del siglo XXI: arrancar y cobrar o simplemente dejar que se fundan en el paisaje.
Sucede en zonas, sobre todo, que antaño tuvieron más superficie y que poco a poco fueron reduciéndose. Pero de las cenizas también surgen iniciativas que quieren recuperar y cuidar ese patrimonio para que no caiga en el olvido.

Paisajes del Jiloca es una asociación que nace precisamente con la intención de recuperar el viñedo en el Valle del Jiloca. Alguien tenía que tomar cartas en el asunto y frenar ese retroceso ya que, entre 2016 y 2020, se perdieron 164 parcelas de viñedo repartidas en una decena de localidades sumando un total de 82,39 hectáreas.

Ojito. Y hablamos de viñedos de altura –800/1000 metros–, de una edad media que supera los 30 años y unas características excepcionales para la garnacha y la macabeo principalmente.

Esta asociación, sin ánimo de lucro, ha empezado a trabajar ya en los municipios de Valdehorna, Balconchán, Orcajo, Daroca, Manchones y Murero creando una bolsa o red de viñedos en vía de desaparición para, posteriormente, ponerlos en marcha para que vuelvan a producir.

Este proceso comienza tras el censo de parcelas, con el acuerdo con el propietario para su explotación e incorporación al proyecto. A partir de ahí se evalúan las medidas y las acciones a realizar sobre el viñedo, se poda, se realiza un laboreo del suelo, incluyendo una fertilización si lo necesita, así como un tratamiento ecológico contra posibles plagas y enfermedades. Y cuando llegue el momento de vendimiar, a darle a la tijera.

Coincide esta puesta en marcha con la incorporación de algunos de estos pueblos a la Denominación de Origen Calatayud. Por lo tanto, parece que el futuro más inmediato traerá cambios en unos viñedos que siempre han estado ahí. No se perderán, volverán a dar sus frutos y seguirán siendo reflejo de tipicidad y procedencia.

Bien por quien impulsa ese rescate. Bien por quien apadrina cada cepa. Bien por hacer que un valioso patrimonio no sea el presagio del recuerdo.