ECO Quiteria

Caramelos Alcaine, décadas endulzando la vida cerca del Mercado Central. Foto: Luis Pérez Visa.

 

El otro día compré un juego infantil en la librería de mi barrio. Después de estar un rato charlando con el propietario y dejarme aconsejar por él, recogí el tique de compra y, además del precio, tenía impreso en la cabecera: Al pequeño comercio, tú lo haces grande.

Esta frase me hizo pensar en todas aquellas personas que abren una pequeña tienda en cualquier barrio de una ciudad o de un pueblo, para dar servicio a sus vecinos. Ahora que en muchas ciudades europeas se están diseñando las llamadas ciudades del cuarto de hora para que los ciudadanos tengan lo que necesiten in situ –salvo requerimientos especiales–, sin necesidad de desplazarse al centro neurálgico de la localidad de manera obligada, es cuando tenemos que potenciar y apoyar estas tiendas con nuestras compras. De hecho, valorar qué se compra, de dónde proceden las materias primas del producto y dónde se compra es un acto político. Comprar en pequeños negocios locales, además del acto de compra en sí, sirve para consolidar un tejido social entre nosotros, algo tan necesario para sentir vivos a nuestros barrios, ya que la riqueza se reparte de una forma más equilibrada y ello repercute positivamente en la economía local. Además, estos establecimientos se sienten comprometidos con su clientela habitual, propiciando un trato personal que beneficia a ambos, situación que no siempre ocurre en un centro comercial y grandes superficies por sus características.

La iniciativa de 2022 del Ayuntamiento de Zaragoza Volveremos, creada para dinamizar la actividad comercial minorista en el entorno urbano, ha servido para que muchos vecinos y vecinas nos hayamos acercado a algunas de esas tiendas de las que desconocíamos parte de sus artículos y sus géneros, resultando todo un descubrimiento.

Comprar en los comercios de proximidad es fundamental para recuperar y mantener la vida de barrio, que, junto a las asociaciones de vecinos y esas personas que hacen barrio, son las que nos pueden ayudar a recuperar ese sentimiento de vecindad, de sentirnos parte de una comunidad donde podemos contar con gente cercana y relacionarnos de otra manera en situaciones cotidianas, implicando a todos para mejorar la calidad de vida en el día a día.

Durante la pandemia, comprobamos la importancia de sentirnos arropados entre todos. A veces, para combatir la soledad, para intercambiar favores, para solucionar problemas de intendencia… y ahí nos encontramos con la hospitalidad de la gente, esa gente con la que pasamos a saludarnos con un afectuoso: «buen día, vecina».

En este sentido, una curiosa iniciativa creada en un barrio de Madrid, por Sonia Alonso, ha sido la aplicación para teléfonos móviles llamada ¿Tienes sal? Esta tiene el objetivo de ayudar a los vecinos a conocerse y así reunir a aquellos que tienen intereses comunes, creando vínculos cercanos entre gente que puede colaborar y participar en espacios de convivencia, pequeños huertos urbanos, talleres, visitas a museos, salidas al campo…

En definitiva, si elegimos vivir en un barrio acogedor, la cooperación es la clave. ¿A qué esperamos para redescubrir nuestros barrios y vecindarios?