Bodegas san Valero ha sido reconocida como Aragonés del año, cuyos galardones se entregaron hace dos días. Una magnífica noticia que reconoce el trabajo de esta cooperativa por actualizarse en el mundo del vino, a la par que sirve de emblema del sector agroalimentario aragonés más dinámico, el del vino.

No solo se elabora vino san Valero. Su producción de cava, singular y diferente de los catalanes, crece año tras año, con importante presencia en los mercados. Y si hace poco inauguraba la adquirida bodega Tierra de Cubas, esta misma semana ha abierto un hotel con encanto en sus instalaciones, apostando todavía más por el enoturismo. Que no es solamente un complemento a la actividad vinícola, sino una fuente de negocio y una excelente manera de fidelizar a los clientes.

San Valero, y el resto de bodegas de la DOP Cariñena, deben seguir apostando por aprovechar su cercanía a Zaragoza, auspiciando visitas, generando actividades, atrayendo aficionados, de la misma forma que el Penedés tiene un filón en los barceloneses.

Y que el premio Empresa que otorga este periódico haya sido para el sector agroalimentario, no deja de ser una alegría. El vino ha sido puntero en su transformación de productor a comercializador, de actividad primaria a industrial, y debería ser ejemplo para otros. Bien está que cultivemos hortalizas, pero mucho mejor si somos capaces de embotarlas y venderlas. Y si la venta de carne en canal está en franco descenso, habrá que seguir elaborando las carnes, según las tendencias del mercado.

Industrializarse, de forma sostenible y moderada, es una de las salidas para nuestro sector agroalimentario, sin desechar otro. A ver si lo oímos en esta campaña, que se prevé más cercana a nuestros auténticos problemas y necesidades.