Un western de indios y vaqueros

 

Hola, holi, ola k ase! hemos volvido todas & todos, o sea Patricia y Antonio. La dichosa pandemia nos ha dificultado el dar vueltas y vueltas por los bares que nos mandáis, pero le hemos pillado el tiento y ahora merendamos a la hora del té.

El temita albóndigas lo tenemos algo peleón, cierto es que están presentes, pero del atomatado es complicado salir. Aun así, hemos encontrado un puñado de valientes que arriesgan en sus propuestas, bien sea por ingredientes, tipos de carnes –mezclas o puras– o alternativas a ellas, sea cual fuere. Allí están con sus bolas, entiéndase albóndigas, por bandera.

La suerte es que no son muchos y podéis ir a probar todas las propuestas que os traemos, pero por contra la puñeta que os vais a encontrar es, que al ser pocos locales, igual os quedáis algo pansos porque no se llega a crear ambiente albondiguero.

Pero vamos, como decía John Wayne, el Picarral –y las Delicias– lo tenemos lleno de nada y por eso no lloramos… ¡nenazas!

Uno que nos sedujo, así, sin llamar, es Casa Ernesto –Sanclemente, 7. Zaragoza–, un local reducido con mesas altas por donde Gerardo, camarero que todos quisiéramos guardar en formol, se desenvuelve con alegría para toda la parroquia, aunque fue Javier, el sheriff, quien nos presentó su albóndiga con pasión por lo que ofrece y joer, no es para menos, carne trufada con jamón y foie en salsa ligera de boletus. Un resultado brillante para una propuesta valiente. También os decimos que si os contamos toda la receta, tendríamos que mataros; ser felices.

También tuvimos alegrías, guitarreos y algún que otro ¡olé! en Mi Gitana –Cadena, 8-14, Zaragoza 675 551 155–. Local casi recién aterrizado, que con sus guisotes entre gaditanos y de aquí, pues oye, que ni tan mal. Las cantidades pueden ser aumentadas, o sea en plato grande, pero para el momento tapa que es lo que buscamos, lo que ofrecen es una cazuelita de cantidad más que correcta porque es muy agradable comer grandes platos en cantidades reducidas acompañados de unas cervezas, vinicos o unos guitarreos festivos, de esos que caen por casualidad. Su propuesta es simple, carne de ternera y salsa de almendras, consiguiendo una textura muy agradable y pan para untar –si no, preguntad a Patricia–. Si tenéis dudas, inquietudes, come-comes o que un «¿pero cómo me la maravillaría yo?», preguntar por Merche, que os pone en el sitio pero ya –y, si no, siempre os quedará un cocido–. Lo dicho, creo que han venido para quedarse y si en algo se han descuidao, igual es que no han terminado de desembalar la foto de Lola Flores.

Si, por todo lo contrario buscas, paz&amor, en El Rincón de Sas –Blasón Aragonés, 6. Zaragoza. 976 737 812– son un primor. Eva y Dani se toman en serio lo de que estés a gusto y que tu experiencia sea muy grata. Todos los platos son sin gluten, lo que ilusiona a los celíacos y sorprende al resto de mortales, ya que presentan cantidad de matices. Sus albóndigas son de bacalao en salsita de cigalas pero en esta ocasión, para coger textura, optaron por incluir patata con el bacalao, quedándoles un platico redondo, que se les convierte en ovalao al incluir la salsa y que al final echa a volar cuando lo decoran. Insistimos, un amor.

De nuevo cuño, pero castizos de corazón, en el Bar Morrete –Pl. San Pedro Nolasco, 1. Zaragoza. 976 244 385– son de comer con fundamento. Lourdes y Javier capitanean esta nave junto a su hija –que no nos acordamos de cómo se llama… dejadnos sin postre–, sorprendiendo con sus propuestas de siempre, pero con ese toque de actualidad que los define. Con las albóndigas nos prepararon unas de carne de ternera con foie en salsa con calamar, uniendo los dos mundos en one y presentando un mar y montaña con total garantía de disfrute, lo dicho, cojan pan; otra cosa no, pero le hemos dado al moje fino.

La Flor de Lis –Don Jaime I, 34. Zaragoza. 876 007 216– es también nuevo en el barrio. Local con un montón de guiños aragoneses en su decoración, un rubio intrépido llamado Rubén Martín a los fogones, una vajilla divertida con formas de tomate, borraja, nueces, adoquines… de Piñeiro y un simpático Pedro como alma de sala. Su propuesta albondiguera son unas albóndigas en salsa demiglás trufada y cómo dicen los clientes del restaurante al respecto, esa salsa es para bañarse en ella; seguimos mojando todo el pan que haga falta.

Y de los nuevos entre los más nuevos aparece Amontillado –Hermanos García Mercadal, Local 5. Zaragoza. 976 876 793–, local de culto al vino de todos los colores y sabores con una cocina fresca, divertida y diferente; pero sabiendo lo que comes. Natalia y Rubén se empeñan en que disfrutes, que descubras y que grites eso de oh my God!. Te recomiendan si te pierdes y te aconsejan en el maridaje; mejor que en casa la abuela. Allí nos prepararon unas albóndigas de toro en salsa de amontillado que estaban para dar la vuelta al ruedo, con las dos orejas y el rabo y como son así de majetes, las ponen en tapa, en ración y si hace falta, en la cazuela. Felicidades.

Y cómo somos unos culoinquietos gastronómicamente hablando y nos enteramos que en Dídola Café –Don Jaime I, 28. Zaragoza. 876 280 611– preparaban una opción vegana del clásico bocata resaquero de albóndigas, allá que nos fuimos del brazo. La verdad es, que a Antonio le costó un par de medios morros torcidos convencerse para ir, pero una vez visto ese piazo bocata, se le quitó la tontería rápido. Las albóndigas están elaboradas con soja texturizada bien especiada y sazonada para dar el pego y las presentan en un bocata con muy buen pan, una muy buena salsa de tomate de esas preparaditas al ritmito del chup chup.

En este punto, entre que abren y cierran y vuelven a abrir, decidimos darnos un paseo por la provincia, recabando en el restaurante Rodi –Ctra. de La Almunia, s/n. Fuendejalón. 976 862 039–, bien conocido en el Campo de Borja. Mari y Blanca, o lo que viene siendo, las hermanas Rodi, preparan unas pequeñas cazuelitas de albóndigas que te hacen la ola desde su barra. Sin tonterías, las típicas albóndigas caseras que puedes encontrar en la casa de tu madre, con su salsa de tomate y muy bien salpimentadas. Y si tienes suerte, también te las puedes encontrar en plato grande en el menú. Que corra el pan…

Y terminamos el viaje en el restaurante La Rebotica –San José, 3. Cariñena. 976 620 556–.Clara, que es muy jefa, se marca unas albóndigas que le quitan la tontería al más pintado. Cosas de la vida, y de las circunstancias, pudimos probar dos variantes. Las clásicas albóndigas con su pisto, jugosonas, sabrosonas y delicadas, pero ¡ojo! que la otra alternativa que prepara, es para ponerle un piso en la Gran Vía: albóndigas con salsa de cebolla y ciruelas terminadas con foie. De dejarte los ojos en blanco. Cosa buena donde las haya. Esta moza, sabe lo que se hace.

Y hasta aquí nuestro máster del universo en hacer barquitos, untar y rebañar platos de albóndigas en salsa, convalidable con diez créditos de libre configuración.

Como conclusión, diremos que haber, habrá poquitos locales con raciones de albóndigas, pero hemos dado con unos cuantos dignos de peregrinaje. Y si hacéis la ruta, ya nos contaréis cuál ha sido vuestro Santo favorito, mientras, nosotros empezaremos a darle al coco para la siguiente tapa a estudio.
Vayan con Dios y por la sombra.