Este hotel restaurante de Beceite apuesta por la cocina de cercanía
y el ‘Slow Travel’

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Kike Micolau es el responsable de los fogones de La Fábrica de Solfa. FOTO: Gabi Orte Chilindrón.

 

Son cada vez más los restaurantes que optan por los productos locales. Es el caso del hotel La Fábrica de Solfa, que incluso dispone de su propio huerto, trabajado por ellos mismos. Allí crecen, junto a otras hortalizas, los recuperados fesols de Beseit, una variedad de alubia blanca, que se ha convertido en el emblema de la casa.

Esta alubia, mucho más fina, al parecer gracias al agua fría con la que crece, está siempre presente en la carta. Damos fe de su bondad: las hemos probado en forma de crema y también con gamba roja –el Mediterráneo está muy cerca– y pimentón de la Vera; pero también pueden aparecer como humus, ensalada o guiso en invierno.

Todo ello obra de su jefe de cocina, Kike Nicolau, natural de la cercana Valderrobres, que ha asimilado tanto las enseñanzas de sus abuelas Piluca y Flora, como las diferentes estancias por restaurantes españoles y aragoneses, amén de la formación reglada.

Esta fusión garantiza el lema del restaurante, «una cocina moderna y atrevida basada en la tradición». Dispone de una carta, que cambia con frecuencia, donde combina los productos del entorno con una cuidada elaboración y presentación, atento también a las tendencias más en boga. Prueba de ello es su Ramen de ternasco, donde aragonesiza el popular plato callejero japonés, tan maltratado en muchos establecimientos.

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En la carta nunca faltan los fesols que cultivan en su propia huerta. FOTO: Gabi Orte Chilindrón.

La versatilidad del cocinero se muestra en platos como la Ensalada de bacalao, sardina de casco y aceituna empeltre con salsa romescu o el Pez de san Pedro al orio de tomate y alcaparras. Juegan también con carnes locales, como el conejo o el cordero, sin olvidar el cerdo turolense. Y Kike se suelta en los postres, sabrosos y divertidos, sin excederse con el dulce. Con propuestas como la Tarta fluida de queso con frambuesas o la Panna Cotta de te de roca con su helado y crumb de canela.

Una buena manera de concluir su menú degustación, por 48 euros, o el diario, de 38 euros.
Interesante carta de vinos en los que, nuevamente, priman los de cercanía, igual que los aceites que proponen para probar.

Todo ello en un luminoso y amplio comedor, con vistas sobre el río Matarraña, en el que el cliente desearía permanecer durante largo tiempo. Lo que puede hacer en el mismo hotel, una recuperada fábrica de papel, por los hermanos Javier y Alberto Moragrega. Bregados en el turismo activo, han adoptado la filosofía Slow Travel para su hotel, que dispone de ocho habitaciones –ojo, sin televisión; no hace falta–, cuyos nombres responden a las fabricas papeleras que otrora florecieron al lado del río. De ahí que sea preciso dejarse aconsejar por el personal del hotel, tanto para conocer los numerosos atractivos del entorno, especialmente el Parrisal, pero también el pantano de la Pena, el propio río Matarraña, etc.

 

La ficha

La Fábrica de Solfa. Arrabal del puente, 16. Beceite. 978 850 756.   . Horario: de 13.30 a 15.30 y de 20.30 a 22 horas. No cierra lunes. Menú degustación Solfa: 48 euros.  Menú del día: 38 euros. Precio medio a la carta: 35 euros. Admite reservas. Admite tarjetas. Terraza. Platos para llevar. Buen acceso discapacitados. Fácil aparcamiento. Reservas.