ECO comedores escolares

Cuando el final del año se acerca, los medios de comunicación se llenan de campañas publicitarias promocionando alimentos y marcas de calidad relacionadas con estos, dada la cercanía de las Navidades –época de consumo por excelencia– y de la necesidad perentoria de justificar las subvenciones recibidas para promocionarlos, antes de que termine el año.

Mucho esfuerzo y dinero invertidos, y mal aprovechados en mi modesta opinión, ya que en esas fechas estamos ya todos empachados de tanta información comercial. Todas las campañas están centradas en mayor medida en un público adulto, salvo cuando se anuncian comidas insanas, que el objetivo es la población más joven.

Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor del 20% de los niños en edad escolar en Europa tienen sobrepeso u obesidad, y las tasas, en lugar de reducirse, siguen aumentando anualmente en muchos países. Todos sabemos que los más pequeños son los consumidores del futuro, por lo que, si no invertimos recursos en conseguir una cultura alimentaria saludable y sostenible en las escuelas y en su entorno, difícilmente conseguiremos cambiar la tendencia alcista de los datos de la OMS sobre obesidad infantil.

De esta necesidad de favorecer y facilitar el cambio a dietas sostenibles y saludables en las escuelas, nació el proyecto SchoolFood4Change –schoolfood4change.eu–. Dentro de sus objetivos, como así se recoge en su página web, está hacer que las comidas escolares sean agradables y saludables tanto para los niños como para el planeta, ya que lo que comen los niños y adolescentes en edad escolar repercute tanto en su salud como en la del medio ambiente, y más cuando se sabe que la biodiversidad es la base de las dietas saludables y nutritivas.

Argumentan también que, el cambio en la dieta no sólo hay que hacerlo pensando en una reducción del gasto en salud pública o en el respeto al medio ambiente, sino también porque las dietas poco saludables afectan negativamente al bienestar y al rendimiento de los alumnos.

Como bien aseveran, la comida escolar no es sólo una actividad comercial, un descanso de las clases o una forma de llenar los estómagos, forma parte de la misión educativa de una escuela. Servir comida escolar saludable y sostenible es una base excelente para trabajar en el fomento de una cultura alimentaria positiva en las escuelas, dando a conocer a los alumnos diferentes tipos de alimentos, favoreciéndose el interés por estos.

Un comedor escolar atractivo despierta la curiosidad de los alumnos y hace que tengan ganas de aprender y de interesarse más por la alimentación, e indirectamente por los alimentos que en ella se consumen.

Como ya indiqué en la anterior hoja verde, la compra pública de alimentos, materializada en los pliegos de contratación pública, tienen una gran repercusión en los alimentos que comen los alumnos y en cómo lo hacen. Cuando los contratos de licitación incluyen criterios de sostenibilidad –como productos ecológicos, de cercanía, de comercio justo o de temporada–, poniendo en valor las marcas de calidad diferenciada del territorio, se potencia el consumo de estos, no solo en las escuelas, sino también en su entorno, logrando de esta manera que las campañas promocionales, incluidas las navideñas, encuentren una mayor respuesta comercial y fidelización en el público formado, que sabe identificar y reconocer todas sus bondades –salud, medio ambiente y territorio–.

En este mundo globalizado tiene mucha importancia el lograr seducir a los mercados interiores, primando el consumo interno, dada la creciente incertidumbre de los mercados exteriores, de ahí la necesidad de formar a los consumidores del futuro.

Una buena herramienta para lograrlo sería incluir la alimentación dentro de los planes de estudio de los centros formativos. Como dice el título de esta hoja verde, la buena alimentación comienza en las escuelas.