Indignados se muestran muchos ante el atrevimiento de esos pérfidos teutones que han lanzado una campaña de boicoteo contra los fresones –las fresas son otra cosa, más pequeñita– procedentes del entorno de Doñana. ¡Habrase visto semejante incuria!

Incluso ha llegado uno a escuchar en una emisora de radio a un indignado agricultor onubense achacar tal boicot a la necesidad que tienen los alemanes de vender sus propias fresas, que precisamente ahora están de temporada. ¡Serán sinvergüenzas! Pretenden que no les vendamos nuestro género para que puedan consumir el suyo. Intuye uno que quizá ese productor, o su padre, se hubiera comprado, de tener posibles, antes un mercedes que un seat.

¿Y cómo se responde cuando, por ejemplo, son los tomates marroquíes –vale, ni están en Europa, ni son una democracia– los que nos invaden y hacer bajar el precio de los nuestros?

Todos nos hemos apropiado del mantra del consumo local, incluso de temporada, pero pocos lo practican. Vale que vivimos en un sistema de libre mercado, más o menos, y quien pueda pagarlo puede disfrutar de las cerezas chilenas dentro de seis meses cuando llegue –iba a escribir el frío, pero vaya usted a saber– el invierno.

Un sistema racional debería proveer de alimentos, los que se puedan cultivar o criar, a su población, enviando los excedentes de producción, si los hubiera, a donde los precisen. Tenemos un clima, de momento, que nos permite enviar hortalizas al norte de Europa, donde no tienen tan sencillo cultivarlas. Aunque cualquiera medianamente informado ya sabe que los pimientos italianos se cultivan en Holanda, de donde viajan al sur, para que los transalpinos se dediquen a criar tulipanes que acaban en los Países Bajos. ¡Un auténtico sindiós!

Vale que criar tocinos y generar carne de cerdo es ya una industria como otra cualquiera, que puede instalarse donde decida el inversor. De hecho, en China ya están construyendo rascacielos de hasta 26 pisos y 400 000 metros que serán granjas, instalables en cualquier lugar.

¿Debatirán de esto? ¿Lo haremos nosotros? Pues eso.