VIN Equipo Tempore con Derechero de Muniesa

Equipo de Bodegas Tempore con Derechero de Muniesa. Foto: Gbi Orte Chilindrón.

 

Si fuera una canción de amor sonaría a rescátame del olvido y si fuese un refrán diría que lo olvidado, ni agradecido ni pagado. Sin embargo, aquí no hay partitura, sí aforismo y, por supuesto, una decidida apuesta de recuperación. Porque hablamos de una variedad de uva que estaba destinada al abandono de no ser por las manos intervinientes de una familia, de una saga, que desde hace tiempo lo había tenido claro.

La derechero –o drechero, como la llaman en Muniesa– es una cepa introducida en el registro vitivinícola en 1999 que estaba condenada prácticamente al abandono aunque su historia se remonta décadas atrás porque es, junto con la blasco, una variedad prefiloxérica que resistió a aquella devastadora plaga.

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Manuel Yago y el viticultor Félix Yus, que conservó la derechera. Foto: Gabi Orte Chilindrón.

En el año 2004 el CTA empezó a blindarla y trece años después la familia Yago comenzó con pequeñas vinificaciones experimentales de la hectárea y media que arrendó en Muniesa, patria chica de esta variedad aunque algún corro hay por ahí perdido por Ariño, Alacón e incluso por tierras bilbilitanas.

La parcela que cuidan Paula, Víctor y todo el equipo de Bodegas Tempore se encuentra a unos 800 metros de altitud, en la Sierra de Arcos, donde el Sistema Ibérico va dando sus últimos coletazos. Es una variedad única, compleja en la viña y en la bodega, de racimos grandes, sarmientos verticales y largos –de ahí el nombre–, con más productividad que su vecina garnacha y de maduración tardía… como si fuese testigo de la vitivinicultura perdida en el tiempo que antaño se practicaba.

En 2019 se tuvo una toma de contacto con 500 kilos de derechero. Un año más tarde no hubo cosecha y en 2021, por fin, se elaboró para que meses más tarde viese la luz en el mercado. Voilá. Ya está en la calle. Desde hace unas semanas.

Bodegas Tempore tiene el único derechero que se comercializa en el mundo. Es la singularidad que lo caracteriza. Las 3500 botellas resultantes se convierten en embajadoras de una tierra, de una cepa casi difunta, con elegancia y finura, sin complejos y con argumentos. Muchas personas están detrás de cada unidad pero todas quedan al amparo del mismo techo: el de una familia que arriesga y protege por derechero propio.