Con su habitual desparpajo, David Remartínez terminó convirtiendo la presentación del libro que firma junto con Borja Alcázar y David Castañón –no pudieron acudir, uno por trabajo, es cocinero y era sábado; el otro por un sobrevenido problema familiar– en un divertido mitín, que llenó de reivindicaciones la zaragozana librería La Montonera. Y como mandan los cánones revolucionarios, la cosa terminó en manifestación hacia un prometido vermú en El Broquel.

¡Lástima que la mayoría ya veníamos convencidos de casa! Daba igual, durante una hora disfrutamos de su ironía, su sentido del humor –¡qué mejor que reírse de uno mismo!– y las enseñanzas que contienen estas inclasificables páginas, donde se plantea una no tan absurda teoría: «Puedes cocinar simplemente mezclando ingredientes del mismo color y, si el plato resultante mantiene ese color original –rojo, amarillo), estará rico indiscutiblemente».

Como recordó Remartínez, «es todo tan loco», menos su consejo, cocinar.

 

¿Una loca teoría?

Confiesa Remartínez que el libro –también publicado en bable, por cierto– es «una tontería supina» y así surgió, del encuentro de un cocinero, inspirador de dicha teoría de los colores, un ingeniero informático y un periodista gastronómico. Pero esas reuniones para comer y beber, además de elucubrar, han dado lugar a una obra singular, inclasificable, que oscila entre la muy divertida narración y la mirada más seria –no exenta de ironía y humor, al contrario– hacia diferentes consideraciones, desde las científicas a las filosóficas o artísticas, pasando naturalmente por la gastronomía.

Para demostrar que la mezcla de productos del mismo color que lo mantienen tras el cocinado están muy ricas, los autores indagaron la química de los compuestos que dan color a los alimentos, sin llegar a conclusiones; falló la ciencia. Se acercaron entonces al concepto del sabor, que no lo es sin ayuda de la nariz, otro fracaso. ¿Y qué es color? se preguntaron, ya desesperados, y descubrieron que es una mera ilusión, como los conceptos emocionales asociados al mismo, obra de un ¡escritor!, Goethe, sin ninguna evidencia, más allá de la ocurrencia del alemán.

Todo ello se cuenta como si de una aventura se tratara, que se trató, de forma divertida, con inesperados giros en el relato, salpicado de atinadas citas y alusiones. Para concluir que «de hecho, tanto daba que usásemos como excusa los colores que cualquier otro criterio […] La cocina de los espárragos y otros productos subterráneos, La cocina del cardo borriquero y otras plantas que pinchan, La cocina de lo que tengo aquí colgando…»

Algo más serios se ponen en los dos anexos finales. El primero con algunas sugerentes recetas de colores: blanca, naranja, roja, verde, amarilla y negra; ¿y la azul? Ahí os hemos pillado. Concluyen con El manifiesto por la Cocina Asturiana y el Decálogo de recomendaciones hosteleras, que cualquier persona sensata desde el punto de vista gastronómico suscribiría sin ambages y extendería a su propio ámbito.

La cocina de los colores

Borja Alcázar, David Castañón y David Remartínez. Delallama Editorial. Ribadesella, 2024. 128 páginas. 22 euros.