
Viñas viejas enclavadas en la DOP Calatayud, que destina un 40% de su producción al mercado estadounidense. Foto: Gabi Orte Chilindrón.
El idilio entre Aragón y EEUU ha sido casi siempre muy satisfactorio; un matrimonio de esos bien avenidos que, de vez en cuando, sufren alguna que otra crisis. Como en cualquier relación, no todo es color de rosa y algún traspié ha ido apareciendo en el camino. Pero los baches, por lo general, se resuelven.
Ahora viene marejada porque uno de los dos miembros del romance impone una serie de normas que ponen en peligro la alianza. Y no es la primera vez que sucede. De hecho, Donald Trump en 2019 impuso aranceles del 25% a ciertos productos europeos, incluyendo vinos de países como Francia, Alemania, Italia y el nuestro. Se encabronó el hombre y la medida se enmarcó en una disputa por los subsidios a Airbus, el fabricante aeronáutico europeo, que según la Organización Mundial del Comercio, eran ilegales. Como represalia, Estados Unidos impuso aranceles a una larga lista de productos europeos. Y nos jodió.
Se avecina otro brete importante. Y nos ponemos en situación. Las exportaciones de nuestros vinos a Estados Unidos alcanzaron el año pasado un valor aproximado de 11,5 millones de euros, lo que supone el 12,31% del total de las exportaciones vinícolas de la comunidad autónoma. El país norteamericano es nuestro segundo mejor mercado tras Alemania.
Estos vaivenes afectan de manera significativa a nuestro sector. Que se lo pregunten a la DOP Calatayud, que destina un 40% de su producción al mercado estadounidense. Pero el Gobierno de Aragón ha puesto en marcha medidas proactivas para defender y diversificar el sector vitivinícola con un importante enchufón económico.
Dicen que la complicada situación matrimonial entre ambas partes traerá consecuencias para nuestros vinos. Se habla del impacto en las exportaciones en base a una disminución de la competitividad en Norteamérica al aumentar el precio frente a otros países del nuevo mundo que no tienen aranceles. Algunas bodegas se verán obligadas a bajar precios o incluso a asumir parte del arancel para mantener sus ventas, afectando su rentabilidad. La redistribución del mercado será importante ya que algunas empresas tendrán que redirigir sus exportaciones hacia otros mercados menos restrictivos. Yo que sé… que de ésta, como no es la primera vez, también se saldrá.
A ver en qué queda la cosa porque necesitamos que la relación se mantenga firme y no se trunque. Ya se sabe que a veces es amor, a veces es odio.