Diferentes alubias de la provincia de Huesca. FOTO: Gabi Orte / Hecho en los Pirineos.

 

Se ha publicado recientemente un estudio que afirma que los adolescentes están perdiendo los hábitos alimentarios saludables que adquirieron en su infancia. En muchas familias y colegios se van introduciendo cada vez más, pero todavía con poco éxito, las dietas centradas en el consumo de frutas, verduras y legumbres. No obstante, se ha observado que al llegar a la adolescencia disminuye el consumo de alimentación saludable. En concreto, disminuye el consumo de legumbres.

Las legumbres más conocidas de nuestro entorno son las judías secas, lentejas y los garbanzos. Suponen una fuente muy importante de proteínas –un 22%–, fibra –10-20%–e hidratos de carbono de absorción lenta –54%–. Las proteínas de las legumbres asociadas a cereales, por ejemplo las lentejas con arroz, pueden sustituir a un filete de carne porque aportan todos los aminoácidos esenciales.

En una sociedad preocupada por el bienestar, donde algunas personas se decantan por el veganismo, cobra un papel fundamental la dieta basada en legumbres. Se deberían consumir tres veces por semana.
Se dejan a remojo durante doce horas, se añaden verduras como zanahoria, tomate desecado, puerro, apio, laurel y comino; se cuecen en olla rápida veinte minutos, o a fuego lento una hora y al comer se añade un poco de aceite de oliva. Los omnívoros pueden añadir un poco de chorizo. Es un alimento de nuestra dieta mediterránea saludable y barato, que mejora nuestra microbiota intestinal. Son mejores las legumbres que se cocinan en casa frente a las envasadas, aunque siempre serán un opción mejor que una comida basura.

Patrimonio alimentario
Tras esta introducción, queremos compartir alguna reflexión que nos hacemos desde nuestro convivium. Cenas solidarias contra el desperdicio de alimentos. Titulares como este, por ejemplo, nos dan pie para recordar que hace un año en nuestro convivium de Slow Food Huesca se tomó la decisión de constituir un grupo de trabajo, el de Patrimonio alimentario, y fijar entre otras una línea de actuación sobre las legumbres.
Porque sabemos de su riqueza en nuestra cultura, en nuestro territorio, en nuestra historia, en nuestra agricultura, dañadas en nuestra actualidad por unos mercados imperantes y depredadores en la mayoría de los casos.
El importante patrimonio alimentario consistente en numerosas variedades de legumbres habla de seres humanos, de territorio vivo y también, como demuestran los especialistas en salud, de las bondades de dichos alimentos sobre nuestra vida
Hemos concluido unos meses atrás con la primera parte de este trabajo. Lo ha dirigido Ismael Ferrer, responsable del grupo de patrimonio alimentario, y como dicen que más vale un toma que dos te daré, se ha editado el primer libro de unas variedades, que como solemos decir en plan familiar, son joyas rescatadas.
Nos proponemos seguir con lo emprendido.