EL BUSCÓN. La Malteadora

Cerveza artesana propia y comida de taberna

, José Ángel Mallén, con Goyo Ballestín, uno de los socios. FOTO: Gabi Orte / Chilindrón.

La pandemia pilló a La Malteadora con apenas seis meses de vida, sin apenas tiempo para el necesario rodaje, especialmente cuando se trata de un brewpub, el segundo abierto en Zaragoza. Como en otros negocios hosteleros, este tiempo ha servido al menos para definir el modelo de trabajo. Que, por ejemplo, no incluía su actual y exitosa terraza ubicada en la calzada de la calle, muy tranquila, siendo una de las primeras en instalarse en Zaragoza.

De la mano de su maestro cervecero, José Ángel Mallén, La Malteadora ha consolidado un catálogo de cervezas propias, elaboradas allí mismo, que abarcan un amplio abanico, desde la Lilya, quizá la más popular, una golden ale, hasta la más intensa Perolis, pasando por la de trigo, la Aragonesian Pale Ale o la IPA Golden State. Cervezas propias que van evolucionando según lo hace el gusto de sus clientes. Obviamente, la oferta va más allá, con cervezas de otros elaboradores.
Muy amplio, 600 metros, el comedor dispone de varias televisiones y un escenario que permite la actuación de dj’s, presentaciones, actuaciones, que se van retomando en función de las posibilidades. También dispone de una especie de reservados, idóneos para grupos.

Las propuestas podrían definirse en su sentido más positivo como comida de taberna, sin complicaciones, bien elaboradas y diseñadas para ser disfrutadas con las cervezas de la casa. Su jefe de cocina, Luis Suárez, siempre en un discreto segundo plano, trabaja para satisfacer al cliente, sin florituras y con raciones muy generosas.

Luis Suárez es el cocinero, FOTO: Gabi Orte / Chilindrón.

Entre sus sugerencias de brasa, destaca el Codillo de cerdo a la cerveza con chucrut casero, muy logrado, y unas estupendas salchichas, bratwurst y bockwurst, con un delicioso toque a brasa. Presumen también de su especiado Pollo Malteadora, de corral, asado, que tiene gran demanda en su servicio a domicilio.
Complementa la carta, además del picoteo –croquetas, torrezno, nachos, cariocas, etc.–, diversos sándwiches y tacos, además de un amplio surtido de hamburguesas, siempre a la brasa, sin olvidar sus huevos rotos ecológicos de corral. Suficiente el apartado dulce, con un inevitable Brownie de cerveza negra y chocolate, además de la tarta de queso.

Desde sus orígenes pensaron en un servicio de comida para llevar, que se ha convertido en imprescindible, aunque también es posible, en condiciones normales, recoger allí mismo la comida y, por supuesto, la cerveza.

Aunque todavía no han podido manifestarse en todo su esplendor, estos duros meses han servido para que se encuentre a sí misma, atraiga a aficionados a la cerveza artesana y consolide sus especialidades culinarias, en un ambiente relajado y tranquilo. Al menos de momento.