Hace ya tiempo que los buenos aficionados al vino olvidaron ese equivocado y cansino mantra de «blancos y rosados, fríos, y el tinto a temperatura ambiente». Que viene a cuento estos días de tórrido calor, cuando muchos tienden a olvidarse del vino, sustituyéndolo por otras bebidas.

La expresión «temperatura ambiente» se refería, obviamente, a la de la bodega de la casa o el establecimiento, generalmente constante y por debajo de los 20º, con lo que el tinto, ya en la sala o el comedor, iba subiendo su temperatura de una forma gradual y discreta.

En cuestiones de gusto no deberían existir los dogmas, más allá de las cuestiones razonables. Lo es disfrutar de un blanco a baja temperatura, pero resulta un tanto ridículo enfriar a esa misma temperatura un excelente vino de larga crianza, ya que nuestro paladar apenas podrá diferenciarlo de otro vulgar. ¿Qué quiere uno dilapidar su dinero? Es su problema.

En cualquier caso, no pasa nada por pedir un tinto joven, incluso un crianza, bien atemperado, en su cubitera correspondiente. No sea tímido y reclámelo en su establecimiento favorito, sin vergüenzas. Como tampoco la debe tener –cada vez son más quienes lo hacen– al pedir un cubito de hielo en la copa, si el líquido no está a su gusto. El firmante nunca lo haría, mas no por dogma, sino por temor a aguar dicho vino. Mejor reforzar la cubitera y esperar unos minutos. Eso sí, desde hace unas semanas no faltan dos botellas de tinto en la nevera.

Beba el vino, pues, como le plazca, pero beba. Pues siendo de los mayores productores del mundo, tras Francia e Italia habitualmente, seguimos estando, según datos de 2021, en consumo por persona, muy por debajo de Portugal, con 51,9 litros, pero también Austria, con 30,6 litros. Nuestros exiguos 26,2 litros por persona y año, se convierten en tres botellas al mes. Poco parece.

Por mucho que los expertos digan que beber el vino bastante frío esconde los defectos –lo que es cierto–, la mayoría nos acercamos al vino para disfrutarlo. Y nada mejor que un blanco, rosado o tinto bien fresquito para disfrutar esos días. Eso sí, a la sombra.