Francisco Abad Alegría publica ‘Menús del siglo XX en España’

PAR foto 1 Menús siglo xx

JMMU.

El dictador Primo de Rivera comió pollo a la chilindrón y ternasco asado, entre otros platos, en el banquete que le ofrecieron en Huesca tras su visita a los regadíos altoaragoneses. Mientras que Miguel Fleta degustó una Menestra Aragonesa en el homenaje que le efectuaron en el Centro Mercantil de Zaragoza. Son algunos de los datos que pueden encontrarse en el libro ‘Menús del siglo XXI en España’, el navarro afincado en Zaragoza, Francisco Abad Alegría, publicado por Ediciones Trea.

Con él se culmina la trilogía comenzada con ‘Líneas maestras de la gastronomía y la culinaria españolas (Siglo XX)’, 2009, y ‘Nuevas líneas maestras de la gastronomía y la culinaria españolas’, 2011, en la misma editorial. En sus propias palabras, y con su habitual tono irónico, «este trabajo que ahora presento, pretende ser el último de la trilogía que junto con los precitados estudia de modo sintético el acontecer culinario y gastronómico del siglo XX español, tan cercano y ya en trance de ser olvidado, menospreciado por no ser suficientemente antiguo y descuidado porque aún se conservan recuerdos y 220 testimonios directos, que en poco tiempo se van a sumergir en el olvido si ello no se evita, constituyendo así objeto de pesquisas eruditas o de alguna tesis doctoral del año 2148, por ejemplo».

Buceando en las fuentes originales, como es habitual en el autor, y especialmente en las ediciones digitales de los diarios ABC y La Vanguardia, que ha explorado exhaustivamente, Abad nos acerca a lo que se comía en diferentes ámbitos, especialmente los públicos. De hecho, analiza banquetes oficiales, menús de fiesta, lo que se comía en las cárceles, bodas, cuarteles, eventos variados e, incluso, los menús de algunos restaurantes representativos.

Con una especial atención a la curiosa peripecia de la paella, el libro analiza el fenecido menú turístico –de infausta memoria–, los vigentes de degustación –cada vez más, única opción en determinados establecimientos– o los recientemente implantados, de picoteo, a base de tapas, totalmente desconocidos en la tradición gastronómica española.

Una obra de consulta, repleta de datos interesantes, amén de curiosos, que incluye algunas, pocas, referencias aragonesas, imprescindible en la biblioteca de cualquier gastrónomo que se precie.