Seguro que a la mayoría de ustedes, la figura de , el intrépido reportero creado en 1929 por Hergé –seudónimo de Georges Remí–, les devuelve a la infancia y a su adolescencia –y por qué no, a algún momento sereno de la madurez–, seguro que han viajado con él por el mundo resolviendo misterios, desenmascarando villanos, afrontando innumerables peligros, siendo amigo de sus amigos y, de paso, dejando una profunda huella. Sin embargo, el universo de Tintín no solo es una ventana a las aventuras y conflictos internacionales, sino también un reflejo de las tradiciones y costumbres de los lugares que visita, incluida la gastronomía.
Al igual que las aventuras de Tintín se han expandido globalmente, también lo ha hecho la estricta protección legal en torno a su imagen y derechos de autor. La gestión rigurosa de Tintin Imaginatio –anteriormente Moulinsart SA– ha motivado recientes casos judiciales como el del artista Xavier Marabout en 2024.
Amén de los del escultor francés Peppone, del artista Pascal Somon, o en España de El loto rosa –que también fueron condenados por infracción de los derechos de autor de Hergé–, el caso de Marabout es paradigmático, en cuanto que el pintor alegó la excepción de parodia, que es uno de los límites a los derechos de autor que permitirían flexibilizar el uso del objeto sometido a tal propiedad. Mas el Tribunal de Rennes dictaminó el 4 de junio de 2024 que no podía aplicarse dicha excepción, y que los cuadros del artista –que evocan la forma y manera de otro artista –Edward Hopper– erotizando al personaje– suponían una infracción de los derechos de propiedad intelectual de los sucesores de Hergé.
Podemos concluir que la defensa del legado de Hergé ha sido implacable. A través de estas acciones legales, la empresa ha marcado un límite claro sobre cómo y cuándo se puede usar la imagen de Tintín, protegiendo los derechos de autor, incluso en todos los ámbitos, al menos hasta que dichos derechos sigan vigentes.
Como saben en España, los derechos de autor protegen la propiedad intelectual hasta 70 años después de la muerte del autor. Hergé falleció en 1983, con lo que la obra de está protegida hasta 2053. Si bien, en Estados Unidos, la protección termina 95 años después de la publicación de la obra en cuestión.
GASTRONOMÍA EN LAS AVENTURAS DE TINTÍN
Pues bien, mientras los tribunales y las batallas legales protegen su legado, ha viajado libremente en las páginas de los cómics, le hemos acompañado cruzando los océanos, transitando por el árido desierto, por las llanuras del oeste, por las selvas amazónicas, por el Tibet y disfrutando de la gastronomía de los diferentes lugares. En sus múltiples aventuras, si bien es cierto que no de modo explícito, emerge en la imaginación de cada lector como una parte importante de la narrativa, permitiéndonos a todos, como lectores, sumergirnos en la diversidad culinaria de los lugares que visita y añadiendo sabor y autenticidad a sus historias.
En la primera de las aventuras Tintín en el Congo, después de haber matado 18 antílopes pensando que eran el mismo animal, nuestro intrépido reportero encarga a su acompañante que prepare antílope para cenar; y así, a la luz de la luna africana, podemos observar como dan cuenta de dicha pieza. Igualmente el whisky, especialmente la marca ficticia Loch Lomond, se convierte en un símbolo de la personalidad de otro de los maravillosos personajes, el capitán Archibaldo Haddock, mientras que el chocolate y las cervezas belgas aparecen como elementos recurrentes en el trasfondo de las historias. Estos detalles no solo reflejan la cultura belga, sino que también añaden autenticidad a las aventuras.
En las viñetas de Hergé, la comida juega un rol fascinante. Mientras viaja por el mundo, los platos locales hacen su aparición a menudo, enriqueciendo la historia con toques culturales únicos, incluso aunque sean inventados, como en El cetro de Ottokar, en el que nuestro protagonista pide un szalaszeck, comentando, una vez que da buena cuenta del plato, con el dueño del restaurante lo bueno que estaba, y éste –uno de los malos de la aventura–, con muy mala idea, le dice que es una especialidad de la casa: anca de perro joven aderezada con salsa syldava. ¡Pobre Milú! O tomar una taza de té en Shangai o probar unas buenas gachas en el oeste americano o una buena lata de carne en conserva corned beef.
La gastronomía en las aventuras de Tintín muestra la variedad de culturas de los países –inventados o no– que visita. Al mismo tiempo, igual que nuestro personaje se empodera de todas las historias, la propiedad intelectual –los derechos de autor– se hace fuerte, y los titulares de la misma demuestran cómo, en un mundo globalizado, es importante cuidar las historias y los personajes famosos. Y aunque nos invita a explorar el mundo, su legado sigue siendo controlado y protegido, tanto en los tribunales como en las páginas de sus cómics; al menos hasta el 2053.