La relación intrínseca entre los cultivos agrícolas y la biodiversidad es de sobra conocida, para bien o para mal, ya que cuando el equilibrio se rompe, pueden venir los problemas, sea en forma de plagas agrícolas, mala polinización de los cultivos, perdida de suelo, dependencia al uso de pesticidas, etc. Quizá el ejemplo más conocido, que relaciona a los animales con la productividad agraria, es el de los insectos polinizadores, ya que dependemos de ellos para obtener gran parte de nuestras cosechas. Hay muchos, aquí describo un par de casos, que demuestran la importancia de mantener contentos a nuestros aliados para mejorar o no condicionar la producción agrícola.

Por ejemplo, se sabe que el 6,5% de la producción mundial de cereales –maíz, arroz, trigo, cebada– y el 2,3% de leguminosas depende de las lombrices. Y que además pueden llegar a aumentar la productividad de las plantas en un 25%. Según un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Colorado, publicado en la revista Nature Communications, las lombrices de tierra son auténticas «ingenieras de los ecosistemas» y su papel en la producción agrícola mundial es fundamental. El estudio aclara que las lombrices de tierra ayudan a establecer suelos saludables, apoyando el crecimiento de las plantas de múltiples maneras: construyendo una buena estructura del suelo, contribuyendo a la mejor infiltración del agua, reduciendo la erosión, y ayudando en la beneficiosa rotación de materia orgánica que hace que los nutrientes estén más disponibles para las plantas. Otras investigaciones habían demostrado previamente, que las lombrices de tierra facilitaban la producción de hormonas promotoras del crecimiento de las plantas, ayudándolas también a protegerse contra los patógenos comunes del suelo.

Otro ejemplo de esta relación entre animales y plantas es el de las aves insectívoras, las cuales contribuyen a reducir las poblaciones de insectos en nuestros cultivos. Un estudio liderado por la Universidad Miguel Hernández de Elche ha revelado que las aves insectívoras que crían en zonas de agricultura intensiva deben desplazarse a áreas más alejadas en busca de alimento para poder alimentar a sus crías. Esta investigación, coliderada junto a la Estación Biológica de Doñana, pone de manifiesto la relevancia de fomentar paisajes agrícolas diversos que favorezcan la biodiversidad y el papel beneficioso de estas aves en el control de plagas. Durante cuatro años, el equipo ha estudiado la reproducción del chotacabras cuellirrojo –Caprimulgus ruficollis– en dos fincas de cítricos contiguas del centro de la Región de Murcia. Una de ellas emplea un modelo de producción intensiva, con uso frecuente de pesticidas y prácticas agresivas de desbroce, mientras que la otra sigue criterios de agricultura ecológica. «Los chotacabras de la finca intensiva se ven obligados a desplazarse a zonas alejadas de sus nidos para obtener el alimento que necesitan para reproducirse con éxito, en cambio, los ejemplares asentados en la finca ecológica se alimentaban dentro de la misma, lo que supone un menor gasto energético y menor exposición a riesgos», señalan los autores del trabajo. El chotacabras cuellirrojo, aunque poco conocido, juega un papel esencial en la regulación natural de insectos en los ecosistemas agrícolas mediterráneos. Los investigadores consideran que proteger estas especies no solo contribuye a preservar la biodiversidad, sino que también ofrece beneficios directos a los cultivos al reducir la dependencia de productos químicos.

Podría seguir enumerando más ejemplos de esta colaboración mutua entre animales y plantas, en las que la biodiversidad condiciona el que esta sea posible. Sabemos que los pequeños vertebrados e invertebrados están en crisis. Estos pequeños arquitectos de la vida, constituyen el grupo animal más diverso y abundante del planeta, desempeñando labores insustituibles como polinizar el 80% de las plantas con flores, reciclar nutrientes al descomponer la materia orgánica y son la base alimenticia de aves, mamíferos y peces. Gran parte de los cultivos del planeta dependen de ellos, por lo que son básicos para la alimentación de la humanidad. No son enemigos molestos fáciles de matar, sino piezas claves para la salud de nuestros ecosistemas.

Si quieren conocer más ejemplos de su importancia les recomiendo este libro: Artrópodos: Las fascinantes criaturas que cambiaron la historia, José Manuel Vidal-Cordero. Guadalmazán.

Las pequeñas cosas son las responsables de los grandes cambios, como nuestros pequeños aliados. Disfruten del verano.