Bastantes recordarán las repetidas imágenes de diferentes presidentes de la República francesa, rodeados de gente y ganado, aproximadamente por estas fechas. Se trata de la celebración del tradicional Salón Internacional de la Agricultura de París, una presencia imprescindible para cualquier mandatario del país vecino.

Coincide con la celebración de la que probablemente será la más concurrida edición de la FIMA, quizá lo más parecido al salón francés, por más que difieran en contenidos y propósitos. Sin embargo, ambos eventos pueden considerarse la más importante cita del mundo agrario y ganadero de cada país.

Allí la presencia del presidente y el jefe de gobierno es obligatoria. ¿Aquí? Sí, alguna vez han venido los Reyes, casi siempre el ministro de ramo, a veces el presidente del Gobierno…  Esa es la diferencia, la enorme y vital diferencia. Mientras allá los asuntos del campo son una cuestión de Estado, aquí…

No sin contradicciones, los franceses han hecho del alimento, y por tanto de sus productores, un asunto vital, que va más allá del tópico chauvinista. Creen y cuidan su campiña, por más que apenas suponga un mínimo porcentaje del manido PIB; promulgan excepcionalidades en su legislación para que la comunitaria no les afecte tanto; entienden que los precios deben proporcionar una vida digna a quien les da de comer; reaccionan ante la degradación de las falsas industrializaciones, como hicieron ante la pérdida de calidad del pan, ya recuperada; y, ya puestos, no dudan en salir a las calles para defender sus posturas, incluso de forma violenta e ilegal.

No se trata de incitar a nuestros productores de alimentos a que imiten a los franceses –por más que ganas no les falten a muchos−, sino de lograr sensibilizar a la clase política y a la población, que sí, se solidariza, por más que luego busque las ofertas en el super y no se preocupe del origen de sus alimentos.

Entre las ideas que sustentaron el nacimiento de la PAC se encontraba defender la soberanía alimentaria de la Unión Europea. Sigamos, pues nos va la vida en ello.