Dos ejemplares de cerdos criados bajo el sistema de ganadería extensiva, prácticamente en libertad. FOTO: Gabi Orte / Chilindrón.

A mediados de este año la Comisión Europea presentó a la opinión publica el pacto verde europeo De la granja a la mesa, que pretende conseguir los siguientes objetivos: garantizar alimentos saludables, asequibles y sostenibles para los europeos; combatir el cambio climático, proteger el medio ambiente y preservar la biodiversidad; lograr un rendimiento económico justo en la cadena alimentaria y reforzar la agricultura ecológica.

Para alcanzarlos se han marcado como horizonte el año 2030, cuando se quiere reducir en un 50% el uso y el riesgo de los plaguicidas químicos, bajar las pérdidas de nutrientes al menos un 50% sin alterar la fertilidad del suelo y restringir el uso de fertilizantes al menos un 20%. Así como disminuir un 50% las ventas de antimicrobianos para animales de granja y de acuicultura, ya que la resistencia a los antimicrobianos, derivada del uso de antibióticos, ocasiona unas 33 000 muertes de personas en la UE cada año. Asimismo impulsará el desarrollo de la producción ecológica en la UE con el fin de que en 2030, el 25% de todas las tierras agrícolas útiles se dediquen a la agricultura ecológica.

Los objetivos del pacto verde europeo son ambiciosos y van a suponer una verdadera revolución limpia para el sector, por lo que es entendible que haya suscitado numerosas críticas, pues los cambios siempre asustan. Críticas, tanto por lo ambicioso del plan para algunos sectores productivistas que siguen enarbolando el espantajo de que faltan alimentos en el mundo –lo cual no es cierto como se ha comentado en numerosas hojas verdes–, como por su falta de ambición para los sectores ambientalistas, ya que consideran que todavía se queda corto en algunos aspectos medioambientales.
Nunca llueve a gusto de todos. Creo que como punto de partida es un buen pacto, que llega además en un momento de vital importancia, dada nuestra demostrada vulnerabilidad climática y epidemiológica, por lo que espero que pueda llevarse a cabo, pese a los intereses de los lobbies de presión químicos, que ya están intentando torpedearlo.

¿Qué beneficios tiene la producción ecológica para que se haya considerado como uno de los pilares básicos del citado pacto verde? Numerosas evidencias científicas avalan que mediante dicho sistema productivo se pueden lograr varios de los objetivos recogidos en dicho pacto verde.

Medio ambiente

Es más respetuosa con el medio ambiente. Los productos ecológicos respetan los sistemas y los ciclos naturales, preservan y mejoran la salud del suelo, el agua, las plantas y los animales, al no usarse pesticidas de síntesis química, favoreciendo el mantenimiento de hábitats naturales y seminaturales, como son las parcelas de cultivo.

Numerosos estudios comparativos que muestran el impacto de los sistemas agrarios ecológicos y convencionales verifican el efecto positivo que la producción ecológica tiene sobre la flora y la fauna, tanto a nivel de campo como a nivel de finca. La elevada biodiversidad y la mayor densidad de población de diversas especies que se encuentran en las fincas ecológicas influye positivamente en el desarrollo de los procesos naturales. De hecho, la agricultura ecológica aporta mejoras significativas en los siguientes procesos naturales: polinización, reducción de la erosión del suelo en tierras de cultivo, descomposición del estiércol y la reducción natural de plagas. En la producción ecológica los índices de filtración de nitratos son menores, principalmente debido a la prohibición del uso de fertilizantes nitrogenados de síntesis química (altamente solubles y móviles) y a la disminución de la concentración del ganado.
cambio climático

Ayuda a mitigar el cambio climático. Al incorporar abonos orgánicos e incluir rotaciones de cultivos, las parcelas ecológicas tienen una mayor capacidad de secuestro del carbono en el suelo. Además, la agricultura ecológica utiliza un mayor porcentaje de fuentes energéticas renovables y realiza un menor consumo directo de combustible fósil, ya que al no estar permitido el uso de abonos y fitosanitarios de síntesis química, se reduce la energía necesaria para producirlos. La producción ecológica representa un claro ejemplo de cómo los agricultores pueden ayudar a mitigar el cambio climático y adaptarse a sus predecibles e impredecibles efectos.

Justicia

Rendimiento económico más justo. Ya que puede facilitar y sostener el desarrollo, empleo y oportunidades en el mundo rural. La agricultura convencional es capaz de producir más con menos trabajo. Sin embargo, ese extra que se necesita en la producción ecológica puede ayudar a crear empleo y oportunidades en el mundo rural.

Los productos ecológicos, hoy en día, tienen mayor valor añadido que los que no lo son, lo que favorece la rentabilidad del medio rural, creando riqueza en el territorio. Además, el incremento de la biodiversidad puede dar lugar a paisajes agrarios más diversos, que pueden suponer un mayor atractivo turístico, aportando a su vez un beneficio para la salud de los visitantes que quieran disfrutar del paseo, por los caminos tradicionales que muchos espacios agrarios todavía conservan.

Calidad

Calidad ambiental y nutricional. El fin último de la producción ecológica es obtener productos de calidad diferenciada –organoléptica, nutritiva y sensorial– sanos, sabrosos y seguros. Para evaluar la calidad de un alimento, no sólo debemos fijarnos en el producto final, sino también en cómo se ha obtenido. Tan importante son sus potencialidades nutritivas y sus efectos sobre la salud –calidad sensorial y calidad nutritiva–, como sus valores más externos, tales como la manera de producirlo, de elaborarlo, de comercializarlo y de consumirlo –calidad socioeconómica y calidad medioambiental–.
La forma en que cultivamos afecta tanto a la calidad de los alimentos que comemos como a su capacidad de conservarse durante más tiempo, siendo esto último de vital importancia para reducir el desperdicio de alimentos.

La calidad nutricional, así como su sabor, es el resultado final del proceso productivo, consecuencia directa de la riqueza nutritiva de los suelos y de que se han recolectado en su óptimo grado de madurez. Esto es posible cuando se cumplen en mayor medida las siguientes condiciones: productos ecológicos, locales y de temporada. En producción ecológica se favorece el mantenimiento y/o aumento de la fertilidad de los suelos, priorizando la recuperación de los suelos vivos y el incremento de sus nutrientes. Se alimenta al suelo para que luego él pueda nutrir a nuestros cultivos, ya que en suelos pobres difícilmente se pueden obtener alimentos saludables. Los alimentos ecológicos tienen un contenido más elevado de materia seca, son más ricos en vitaminas –vitamina C, en particular– y están más equilibrados en proteínas, oligoelementos y minerales –hierro, magnesio, calcio, etc.– y antioxidantes. Lo mismo ocurre con los productos derivados de la ganadería ecológica, ya que es alimentada con productos ecológicos y siempre tiene acceso a parques exteriores.

Salud

Saludables. En la producción ecológica el control de plagas y enfermedades se gestiona principalmente a base de medidas preventivas. Los pesticidas procedentes de síntesis química no están permitidos, por eso el consumir productos ecológicos es una garantía de adquirir alimentos libres de pesticidas y herbicidas, que son nocivos, tanto para los consumidores como para el medio ambiente. Si no se aplican en el campo, no los contendrán los alimentos, por lo que será menos probable que los ingiramos con la dieta, de forma que se reduce su acumulación en el organismo.

Además, la normativa europea sobre producción ecológica limita el número de aditivos que pueden usarse en la elaboración de alimentos ecológicos, con lo que su uso está muy controlado.

Control

Garantías de control. Para que un producto pueda llevar las menciones protegidas de ecológico, biológico u orgánico, además de cumplir con la normativa general y los controles oficiales derivados de esta, tienen que someterse a una auditoría anual exhaustiva, realizada por un Organismo de Control autorizado, como por ejemplo el Comité Aragonés de Agricultura Ecológica, según establece la Comisión Europea.

El producto ecológico es garantía de producto certificado, siendo actualmente el que mayores controles recibe, ya que se certifican todos los eslabones que intervienen en la cadena de producción, desde el campo o la granja, hasta su comercialización al punto de venta final.

La producción ecológica puede ser una gran aliada para conseguir los objetivos del pacto verde, pero también tendrá que evolucionar si quiere seguir siendo el referente alimentario en materia medioambiental y de calidad, para los consumidores, ya que hay aspectos tan importantes como la reducción del uso de plásticos en el envasado o la distancia recorrida por algunos productos ecológicos hasta que son consumidos, en los que los beneficios ambientales logrados con las prácticas agrarias, se pierden en gran medida, en la comercialización de los mismos.

Por lo tanto, todos tenemos que seguir avanzando para lograr el fin último del pacto verde, que no es otro que garantizar alimentos saludables, asequibles y sostenibles para todos, tanto europeos como no europeos.