VIN Viñedos Borsao

 

A veces, para dimensionar el presente de un proyecto, hay que hacer una regresión en el tiempo, echar la vista atrás y situarse en aquellos inicios para, paulatinamente, conocer el desarrollo que lo ha llevado hasta nuestros días. Colocarse en el escalón más alto no es ni gratis, ni casual. Y en el mundo del vino ni os cuento. Para generar el titular Borsao invierte 16,5 millones de euros en su nueva bodega, que es lo que nos ocupa, hay que trabajar mucho.

Puede que sea hoy la bodega puntera de Aragón, una de nuestras insignias, sin la cual no se entendería el Campo de Borja tal y como lo conocemos. De hecho, en la actualidad representa el 36% de toda la superficie de la denominación de origen –posee 2200 hectáreas– y factura más de 26 millones de euros con una producción de 12,7 millones de kilos de uva y 8,2 millones de botellas. Ojito lo que maneja esta firma, cuyos inicios se remontan tiempo atrás.

Se fundó en 1958 con la adquisición de una bodega a un particular. Nacía por lo tanto la Cooperativa de Borja aunque hasta 1981 no empezaron a comercializarse las primeras botellas. Una década más tarde se lanzaron al exterior las primeras exportaciones.

Por aquel entonces la marca Borsao ya figuraba en el portfolio de la bodega. Correspondía a la gama de vino joven –Garnacha, of course– seguida del Gran Campellas y el Señor Atarés, uno de aquellos primeros grandes vinos que definió y defendió al Campo de Borja. ¿Os acordáis de aquellas primeras catas en Zaragoza?. No fallaban nunca y, muy poco a poco, comenzaron a hacer un ruido que hoy, por imagen y rentabilidad, ensordece. Para bien.

Otro de los hitos de la bodega llegó en 2001, –¿os dais cuenta que el pulso de Borsao se marca cada diez años?– En este 2021 se vuelve a confirmar…, pero sigo, sigo. Aquel año, recién entrado el siglo XXI, se unieron a la Cooperativa de Borja las de Tabuenca y Pozuelo, junto con Ibercaja, Cai y la Caja Rural de Aragón. De esta manera se formaba el Grupo Bodegas Borsao.

Detrás de las primeras elaboraciones estuvo Teodoro Pablo, considerado uno de los enólogos más capaces, virtuosos y queridos de cuantos han salido de esta denominación y, por ende, de esta comunidad. Su relevo lo cogió otro de los grandes, con veinte vendimias en esta bodega.
José Luis Chueca es el director técnico de Borsao, el que ha sabido interpretar suelos, parcelas, vinificaciones y darle un estilo propio a una garnacha que conoce a la perfección. Muchos de los logros obtenidos recaen en él, pero no es el único responsable. No es justo eso de vino de autor porque son muchos los autores que intervienen. En este caso 375 viticultores y un amplio equipo perfectamente dispuesto en cada uno de los departamentos de la firma.

La última noticia generada procede del Camino del Tejar, que es donde se ubican sus nuevas instalaciones: una inversión de 16,5 millones de euros, 16.500 metros cuadrados de superficie, una nave de crianza con más de 3000 barricas, una capacidad de elaboración de más de 9 millones de litros, una línea de embotellado con un tope de hasta 10.000 botellas/hora… todo a lo grande, sin cuentagotas.
Todo con el fin de seguir construyendo un proyecto grande en cifras y grandioso en resultados. Todo para iniciar un nuevo ciclo. Todo para darle continuidad y renovación a una bodega que necesitamos en esta tierra.