CULT Tina 2 bn

 

Se nos ha ido la gran reina del rock. La última de su estirpe. Tina ya le canta a dios, junto con sus amigas Janis y Ami.

¿Y saben cuál era el plato favorito de la gran reina de ébano?

Era la lasaña. Al igual que el plato favorito del gran Gardfield, el rey de los gatos.

Un plato italiano, sencillo, que en realidad viene de la antigua Grecia.

El 29 de julio, día internacional de la lasaña, la comeremos y brindaremos en tu memoria, Tina.

Mi amigo Fabiani, palermitano de pro, me contaba hace unos años todos los sacrilegios que cometí preparando una lasaña. –No lo hagan nunca delante de un italiano, se lo recomiendo. Evítense el disgusto, vale la pena–.

No utilicé pasta fresca –bronca correspondiente de transalpino–.

La pasta no estaba humedecida correspondientemente –aquí Fabiani comenzaba a disgustarse notablemente, y un servidor también. Se mascaba la tragedia–.

Utilicé queso parmesano, cosa que mi amigo aprobó. Me sorprendí.

Utilicé carne picada de mezcla. Magro y ternera. Otro disgusto para el italiano. Según él, si se pone cerdo, solamente puede usarse solomillo. Pues vaya. España 1, Italia 3. Por ahora, al menos.

Ligué la salsa de tomate junto con las verduras en vez de echarla por encima a las bravas, cosa que el amigo aplaudió. Bueno, algo es algo.

Me preguntó si iba a tapar la lasaña dentro del horno a lo cual le contesté que no, y mi amigo asintió complacido.

Al final la cosa acabó en tablas y nos la comimos bien a gusto.

Tan a gusto que el compañero me dijo que «no estaba mal», lo cual quiere decir que estaba increíblemente deliciosa.

Podíamos haber discutido por el vino, pero nos la tomamos con una botella de cava y no di lugar al conflicto.

Ustedes en casa pueden prepararlo como Fabiani.

Y pueden prepararla también como les apetezca, porque lo que mi amigo nunca entenderá es que cerrarse culinariamente hablando, es la muerte de un cocinero. O al menos de su creatividad, que para el caso, es lo mismo.

Hoy llamaré a Fabiani, que ya toca.

Y haré lasaña, que ya toca también.

Y brindaré en tu memoria, Tina. Reina por siempre.