VIN Garnachas en el museo_2023_nietopozofoto_091

 

La garnacha ha encontrado su plaza en Zaragoza, su escaparate y su momento, su lugar efímero. No me refiero a mesas, barras, tiendas o grandes lineales, que ahí perdura todo el año y todos los años, sino a su espacio solemne, a su rincón de exhibición –entendido como muestra y no como alarde, ni ostentación por su parte– para mostrarse en sociedad. El éxito de este año ha sido tan rotundo como incuestionable.

Entre los días 8 y 10 de mayo, la DOP Campo de Borja engalanaba el patio central del ya por sí elegante Museo de Zaragoza para celebrar la que, sin ningún género de dudas, ha sido la mejor Muestra de Garnachas de todas las que se han llevado a cabo.

Tras varios tumbos por diversos escenarios –el antiguo Casino Mercantil de Zaragoza o el complejo Aura– el museo volvía a acoger una muestra que en anteriores ediciones solía destacar por el exceso de público –y no siempre cumpliendo el perfil que la propia organización quería–. Había momentos en los que el aforo casi asfixiaba. Recuerdo un año en el que, tras la cata en la que sorprendió un casi recién nacido Palmeri Navalta, había una cola en el Coso que llegaba casi hasta Groenlandia.

Precisamente por eso, por el aforo comedido, ha sido este año el mejor. Al menos para mí. Porque hubo más control, más accesos a cuentagotas y eso que durante las tres jornadas asistieron 1200 personas. Cuidadito. Además, las invitaciones no se cambiaron de mano. Quiero decir, que todos los presentes tenían apego al vino, sobre todo por la relación con el sector hostelero. Sólo hubo profesionales, clientes directos, personas afines, entusiastas… y cuando el personal va motu proprio y no por compromiso o porque le han regalado una entrada, el resultado es bien distinto.

La muestra fue, sobre todo, elegante. Por el espacio, porque no se veía a ningún perladico pasado de descorches –que los habría tras el cierre, seguro–, por la temperatura de servicio, la vajilla, por el ambiente que se respiraba, por las catas dirigidas, por la meticulosa organización, por los propios vinos que soportaron el peso de representar a una zona pujante, porque muchos elaboradores estaban ahí compartiendo impresiones con los asistentes, por generar noticia… este año ha sido el mejor y ojalá me desdiga dentro de un año. Será que la próxima muestra de Garnachas en el museo sigue creciendo.