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Voy a caer en el tópico de proponerme, y proponerles, tras el reciente estreno del año, cinco acciones para llevar una alimentación más consciente, con el firme propósito de minimizar la huella ecológica de nuestra alimentación, y a la vez apoyar iniciativas que empoderen al medio rural, a ver que les parecen.

1. Priorizar el producto local. El primer paso sería interiorizar que el principal problema por el que millones de personas no pueden cubrir sus necesidades nutricionales básicas, no se debe a que se produzcan pocos alimentos, sino a que deberían producirse donde más se necesitan, impulsando iniciativas locales, respetuosas con el medio ambiente y facilitando las herramientas para la conservación y/o transformación de los productos producidos por ellos.

Partiendo de esta premisa, el problema no es la falta de alimentos sino lo que hacemos con ellos, un claro ejemplo es que se desperdician entre un 30 y un 40% de los alimentos por falta de infraestructuras para conservarlos. Por lo tanto, si pensamos en los productores de aquí y en los de países en los que la soberanía alimentaria no esta garantizada, consumiendo productos locales y de temporada, conseguiremos cambiar el actual modelo de redistribución de alimentos, dando un paso de gigante hacia la sostenibilidad del sistema.

La agricultura industrial vigente no ha conseguido hacerlo, sigue basando toda su estrategia en producir más, sobrexplotando los recursos naturales, reduciendo la fertilidad de la tierra, la biodiversidad y la calidad del agua. Como consecuencia de esta sobrexplotación, y para minimizar la desestabilización de los sistemas naturales, se abusa del uso de sustancias tóxicas, las cuales se acumulan a nuestro alrededor, incluidos los alimentos. Otra ventaja de consumir alimentos producidos cerca de donde van a ser consumidos, es que el alimento ha recorrido pocos kilómetros, por lo que el consumo de combustibles fósiles también será menor, acortando la distancia entre productor y consumidor, reduciendo las emisiones de CO2 y favoreciendo la mitigación del cambio climático, beneficiándonos a su vez de productos más frescos, los cuales conservaran todas su propiedades y todo su sabor.

2. Apoyar la agroecología. Esta práctica o forma de cultivar puede ayudar a implantar unos sistemas alimentarios más saludables y sostenibles. La mayor parte de los sistemas agrícolas actuales emplean un alto número de insumos, además de recurrir a infinidad de recursos que tienen un gran coste medioambiental. Producir a cualquier precio no ha servido para acabar con el hambre en el mundo, y para colmo, asistimos a una epidemia global de obesidad. Se necesita pues impulsar un cambio transformador en la forma en que producimos alimentos. Tenemos que proponer sistemas alimentarios sostenibles que ofrezcan alimentos saludables y nutritivos, y también preservar el medio ambiente. La agroecología puede ofrecer algunas aportaciones a este proceso, por lo que si consumimos los productos obtenidos a través de ella, estaremos favoreciendo su implantación.

3. Reducción del desperdicio alimentario. Como consecuencia de la fiebre por producir más, los niveles de desperdicios se han disparado, teniendo que invertir cada vez más recursos en minimizar sus efectos dañinos. La mayor parte del desperdicio se genera en los propios hogares de los consumidores –33%–, por lo que la planificación a la hora de realizar la compra, y la imaginación a la hora de aprovecharlos en la cocina, evitaría en gran medida el tener que desechar comida. Según Naciones Unidas, 1300 millones de toneladas de comida acaban anualmente en el cubo de la basura. Así mismo, si prescindimos de productos con excesivos envases, priorizando la compra de productos a granel o en los que se pueda reutilizar su envase, estaremos minimizando el grave impacto que generan los envases de un solo uso, un claro ejemplo de ello son los plásticos, los cuales nos los encontramos por todas partes. Otra forma de optimizar al máximo la huella energética y ambiental de los productos que consumimos, sería el adquirir productos poco o nada procesados, aprovechándonos también de sus ventajas nutricionales.

4. Reducir el consumo de carne. Ya se viene alertando, desde diferentes estamentos oficiales así como por parte de entidades sociales y ambientales, que no es posible mantener el nivel actual de consumo de carne de los países más desarrollados, si se quiere garantizar la sostenibilidad del actual modelo productivo, tanto ambiental como socialmente. Una cosa está clara, si de la tierra disponible para alimentar a la población mundial destinamos dos terceras partes de la misma para alimentar al ganado, es lógico pensar que si reducimos el consumo de carne, se podría disponer de más superficie agraria para producir alimentos destinados a ser consumidos directamente por nosotros, sin tener que pasar antes por el estómago de un animal. Energética y medioambientalmente es mejor comer vegetales que derivados animales. Y ya puestos a elegir, es mejor criar animales que aprovechen los recursos no utilizables por nosotros, como es el caso de los rumiantes, que animales que compitan directamente con nosotros, como seria el caso del cerdo, ya que ambos somos omnívoros.

5. Comprar en el pequeño comercio y en los mercados locales. Y ya por ultimo, el nexo de unión donde podemos encontrar los propósitos anteriormente definidos, es sin duda el pequeño comercio y los mercados locales. En ellos se favorece el consumo de productos locales y de temporada, la economía local y la reducción del desperdicio, ya que el producto servido es mayoritariamente a granel –sin estar blindado de plásticos– y con la posibilidad de adquirirlos en cantidades fraccionadas, sin tener que pasar por pesos y/o unidades estandarizadas. Además el contacto directo entre el productor o el minorista con el consumidor, facilita la empatía entre ambos, y que cada uno conozca las necesidades del otro, optimizándose de esta manera la planificación entre ambas partes a la hora de programar sus cultivos y/o sus recetas.

Son propósitos fácilmente alcanzables ¿no les parece?

En esta lista de buenos propósitos, solo enumero los que están en nuestras manos, ya que los que dependen de los gobiernos está visto que, dada la poca ambición de los acuerdos logrados en la Cumbre por el Clima de Madrid, tenemos para rato si esperamos a que ellos tomen la iniciativa.

Así que sin más, desearles para este 2020, salud, buenos alimentos y que sus propósitos se hagan realidad.